El movimiento geopolítico con el que Israel consiguió que los países árabes reconociesen su derecho de existencia: "De la noche a la mañana, triplica sus fronteras"

Un repaso a los conflictos históricos que desembocaron en la Guerra de los Seis Días, un punto de inflexión que redefinió las fronteras y las alianzas en Oriente Próximo

José Manuel Nieto

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Entender la situación en Oriente Próximo es una tarea casi imposible, como recordaba Ángel Expósito en 'La Linterna' citando al periodista Tomás Alcoverro: "si alguien te dice que entiende qué pasa en Oriente Próximo, es que a él se lo han explicado mal". En este complejo tablero, Israel se erige como la única democracia de la zona, rodeada por el frágil equilibrio del Líbano, una Siria prosoviética, y una Jordania estable. A esta ecuación se suma la influencia de Irán, la otra gran potencia regional que, según el programa, conforma "el eje del mal" junto a países como Venezuela, Cuba o Rusia, y que utiliza a milicias o "proxies" como Hamás o Jitbolá para extender su influencia y debilitar a Israel.

El origen del sionismo y las primeras migraciones

El sionismo no nace como un movimiento religioso, sino como una ideología y un movimiento político a finales del siglo XIX entre los intelectuales judíos europeos. Ante siglos de persecución y discriminación, surge la idea de que "solo a través de una nación judía se van a sentir verdaderamente protegidos". Este pensamiento sostiene que los judíos tienen derecho a establecer su propio estado en su territorio histórico, Palestina.

Según explica el periodista Gonzalo Zaballa, la vuelta a Jerusalén se apoyó en tres pilares: el anhelo histórico, la existencia de pequeñas comunidades judías en la zona desde hacía siglos y la simpatía de los terratenientes turcos. En 1882 se produce la primera migración masiva o Aliyá, con la llegada de 35.000 judíos principalmente de Rusia, Polonia y Rumanía. Una década después, la población judía ya representaba el 10% del total en la región.

La Segunda Aliyá comienza en 1904, impulsada por el creciente antisemitismo en Europa. Con la caída del Imperio Otomano tras la Primera Guerra Mundial, Reino Unido toma el control y, durante el período de entreguerras, la migración judía se intensifica hasta culminar con los fascismos. Estas olas migratorias provocaron los primeros ataques árabes, como la matanza de Hebrón, y llevaron a los judíos a crear su propia fuerza de defensa, la Haganá.

La creación de Israel y el estallido del conflicto

La tensión desembocó en la aprobación por parte de la recién creada ONU de un plan para dividir Palestina en dos estados. Sin embargo, este plan no fue aceptado ni por los países árabes ni por los palestinos. Como explica en COPE Ignacio Álvarez Osorio, profesor de estudios árabes de la Universidad Complutense, estos consideraban "que ellos no han tenido ninguna responsabilidad en el Holocausto". Una visión que, aún hoy, dificulta cualquier acuerdo, como refleja el escepticismo ante un alto al fuego.

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Soldados junto a la tumba de David Ben Gurion en Sde Boker, región del Néguev, Israel.

El propio movimiento sionista estaba dividido. El sector laborista de Ben Gurion aceptó la partición como "un primer paso para establecer un estado judío que poco a poco iría ampliando sus fronteras". En cambio, el grupo revisionista y sus seguidores lo rechazaron frontalmente por no satisfacer sus demandas territoriales mínimas. Finalmente, el 14 de mayo de 1948 se proclama el estado de Israel, dando comienzo a una nueva fase del conflicto.

Las guerras que redefinieron el mapa

En 1956, la nacionalización del Canal de Suez por parte del presidente egipcio Gamal Abdel-Nasser provocó la conocida como Guerra de Suez. Israel, junto a Francia y Reino Unido, lanzó un "ataque tripartito" contra Egipto. Según Álvarez Osorio, esta guerra marcó un "punto de inflexión", el fin del viejo orden colonial y el ascenso de Estados Unidos y la Unión Soviética como nuevos actores principales. A pesar de la ofensiva, Nasser "se salió con la suya" y los invasores tuvieron que retirarse.

Pero la fecha clave fue 1967, con la Guerra de los Seis Días. Israel se enfrentó a Egipto, Siria y Jordania, y en una ofensiva relámpago se hizo con el control de la península del Sinaí, los territorios palestinos de Cisjordania y la Franja de Gaza, y los Altos del Golán sirios. En palabras de Ignacio Álvarez Osorio, fue un cambio drástico en el mapa de la región.

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Israel - Guerra de los Seis Días, tanques en combate

Esta victoria militar sentó las bases de un nuevo paradigma en la región. La resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU estableció el principio de "territorios por paz": Israel debía retirarse de los territorios ocupados a cambio de que los países árabes reconociesen su derecho a existir. Este principio, señala el profesor, dio pie a los acuerdos con Egipto (1979) y Jordania (1994), pero la cuestión palestina ha sido "la gran perdedora", ya que nunca han recuperado sus territorios, una herida que sigue abierta y puede comprobarse en la situación actual en Gaza y en el frágil alto al fuego.

Finalmente, la guerra de Yom Kipur en 1973 fue el último gran conflicto de esta era. Egipto y Siria unieron fuerzas de nuevo, pero con objetivos distintos. Mientras el presidente egipcio Anwar el-Sadat buscaba crear las condiciones para negociar con Israel y recuperar el Sinaí, acercándose a Estados Unidos, Siria no contemplaba normalizar relaciones. Este conflicto fue, según el experto, "el primer paso, sin duda alguna, para los acuerdos de Camp David".

Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.