Diego Garrocho: "La televisión pública debería producir iniciativas culturales valiosas y garantizar un mínimo cultivo del paladar estético de la ciudadanía"

El profesor de Filosofía analiza la función de la televisión pública en nuestro país y habla de las diferencias entre la 'alta' y 'baja' cultura

Diego Garrocho
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Redacción digital

Madrid - Publicado el

2 min lectura

¿Existe la alta cultura y la cultura baja? Pues hay muchas preguntas encerradas en la cuestión que traes hoy. ¿Es mejor ver películas de Tarkovsky que ver películas de Chuck Norris? ¿Es más elevado leer a Dante en lugar de literatura de gasolinera? ¿O es preferible ir a la ópera en vez de asistir a un combate de lucha libre? Durante siglos, ciertas experiencias culturales fueron consideradas signos de buen gusto. Sin embargo, afirmar que existen formas más elevadas de cultura también resulta problemático. 

Porque ¿quién decide qué es digno o no es digno? ¿Quién forja esa vara de medir con la que distinguimos lo valioso de lo vulgar? Enmendando en algo a Marx, podríamos recordar aquello de que la cultura dominante es siempre la cultura de la clase dominante. Y a partir de esta intuición, muchos autores, como Pierre Bourdieu, intentaron desacreditar la distinción entre alta cultura y baja cultura. Y si bien es cierto que las élites siempre han privilegiado sus formas de ocio, creo que también es una trampa desactivar por completo esta distinción. 

Un niño que nace en una casa ilustrada tendrá contacto casi inevitablemente con libros en varias lenguas, irá al teatro, aprenderá a reír con las comedias de Lope y es muy probable que goce de una espontánea educación estética. La televisión pública debería servir para llevar, por ejemplo, la ópera a aquellos lugares o a aquellos hogares donde nunca entra, debería producir iniciativas culturales valiosas, aunque sean deficitarias, y garantizar un mínimo cultivo del paladar estético de la ciudadanía. 

Frente a esa posibilidad, digna y deseable, esta semana iba a estrenarse un programa secuela de Sálvame que pagaremos con nuestros impuestos y que al final se va a acabar estrenando en el mes de mayo. Y hay dos opciones, puede que nuestros gobernantes nos desprecien y crean que eso es lo que merecemos, o aún peor, puedan que crean que somos como ellos y que, por lo tanto, la dieta de chatarra audiovisual es justo lo que debe gustarnos. 

Así que me temo que sí, hay alta cultura y baja cultura, y no es lo mismo una buena televisión que la televisión basura.

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