Irene Pozo: "A una le cuesta entender lo que pasa en Nicaragua"

Semana con cierto sabor agridulce porque a una le cuesta entender lo que pasa en Nicaragua pero a la vez la lección que nos deja la decisión del obispo Rolando Álvarez de permanecer encarcelado en el país, nos lleva a reflexionar fuertemente sobre el sentido del sufrimiento.

El miércoles fue un día de cierto desconcierto. Tan pronto se confirmaba la noticia de la liberación del obispo llegaban informaciones de su regreso a la cárcel. En medio de todo estaban las negociaciones para que esa liberación se llevara a cabo. El problema es que el régimen de Daniel Ortega no contempla otra solución más que el exilio.

A primeros de febrero, monseñor Rolando Álvarez mostró públicamente su negativa a abandonar el país rumbo al exilio. Por ello fue castigado: 26 años y 4 meses de cárcel, así como la retirada de la nacionalidad por "traicionar a la patria".

Uno se pregunta, ¿eso es libertad para una persona que lo único que ha hecho es preocuparse por la difícil situación que vive el pueblo nicaragüense? No solo la Iglesia se ha mostrado crítica a la política represiva del Gobierno, hay muchas organizaciones. Pero preocupa, cada vez más, la situación en Nicaragua de los católicos.

Se acaba de cumplir un año de las tremendas imágenes de las 18 misioneras de la caridad de la Madre Teresa de Calcuta que fueron expulsadas del país acusadas de incumplir la ley tras más de 30 años al servicio de los más pobres. Atrás quedaron ancianos, jóvenes, niños… los más pobres y vulnerables de las comunidades que atendían.

Este gesto del obispo Rolando Álvarez, agarrado a la Cruz, nos enseña que detrás de cada situación, a veces inevitable, dolorosa, a la que nos cuesta hacer frente, que nos hace sufrir, siempre hay una respuesta. Y en ella está también el sentido de la vida.