Irene Pozo: "Necesitamos una verdadera cultura de paz"

La verdad que cuesta hablar de otra cosa que no sea lo que estamos viviendo con el conflicto entre Hamas e Israel. Cruzaba algún mensaje esta semana con algunos franciscanos en Tierra Santa y me decían que era una situación muy delicada y que su misión en este momento era buscar la paz.

Una paz que se hace difícil cuando uno escucha las tremendas atrocidades que se están cometiendo y que ponen los pelos de punta. El propio cardenal Pizzaballa, El patriarca latino de Jerusalén, recordaba que "la guerra no mira a nadie a la cara". La Iglesia vive el momento con mucha preocupación, igual que lo hace con otros conflictos como el de Ucrania.

Cuántas veces el Papa ha pedido que no nos acostumbremos a la guerra: Israel, Ucrania, Yemen, Siria, detrás de cada conflicto, de los intereses que lo provocan. Hay millones de personas que se convierten en víctimas. Resuena sin cesar lo que tantas veces ha recordado el Santo Padre, y es que las guerras son una derrota para la humanidad. Con la paz siempre se gana, pero con la guerra se pierde todo.

Cuesta buscar una noticia positiva en medio de tanto dolor y de tanta incertidumbre. Quizá la propuesta sea la esperanza en que todo acabe pronto. Una esperanza y un consuelo que los cristianos encontramos en la oración. Porque el mundo necesita de la oración cristiana para afrontar cada uno de los desafíos que se ponen por delante. Y el de la paz, quizá sea uno de los más urgentes.

Como dice la encíclica Fratelli Tutti, la paz es un "compromiso constante en el tiempo". Ahora que tanto hablamos de diálogo, de fraternidad, reflexionemos también sobre cómo construir caminos que nos lleven a superar las divisiones, o cómo crear espacios duraderos de tolerancia y respeto. Porque la guerra duele y necesitamos una verdadera cultura de paz.