Arranca el curso escolar con la nueva ley educativa que, la verdad, no nos pilla muy bien en este momento. Como señalaba hace unos días Pedro Caballero, el presidente de CONCAPA, el sobresfuerzo que tienen que realizar las familias para afrontar el inicio de curso escolar ronda entre los 200 y los 800 euros como consecuencia de la inflación. Y arrancan también nuevos currículos, como el de Religión, una asignatura a la que no se le ha dado el valor que realmente merece. Y eso que la Iglesia ha hecho un esfuerzo y un trabajo enorme por adaptarse al modelo actual.
Comienza también el curso para el millón y medio de alumnos que vuelven a clase en los 2.410 colegios de ideario católico que hay en nuestro país y, que no se nos olvide, suponen un ahorro al Estado de 3.895 millones de euros. Una vuelta al cole que se hace muy difícil para muchas familias. Cada vez más. Y esto es algo que preocupa, también a la Iglesia. A la incertidumbre sobre el futuro, a la guerra, a la falta de diálogo, se une la preocupación de tantas personas que apenas van a poder sobrevivir este invierno. Pero hay esperanza, lo vamos a comprobar esta noche.
Como recordaba el cardenal Omella, la semana pasada en este programa, a pesar de todo, nuestro mundo aún tiene reserva de humanidad y de solidaridad.