Prado recuerda los últimos días de vida de Fray Pablo, el joven de Salamanca que ingresó en los Carmelitas: "Quería ser santo"

En la festividad de Todos los Santos, 'La Linterna de la Iglesia' conoce el testimonio de fe de esta joven de Toledo que tiene como referente a Carlo Acutis: "Los jóvenes se sienten interpelados por la santidad"

Fray Pablo
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Redacción Religión

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“Con el bautismo todos somos ya santos, ¡pero no lo sabemos!”, nos recuerda el Papa Francisco. Y es que estos auténticos amigos de Dios, sigue diciendo Francisco, a los que la Iglesia nos invita hoy a mirar son hombres y mujeres que no es que fueran mejores que nosotros, sino que simplemente sabían que todos somos hijos de Dios y lo pusieron en práctica. 

Hemos querido preguntarle a Isabel Orellana Vilches, Misionera Idente, quien lleva 55 años siguiendo a Cristo como religiosa y es autora de numerosos libros, entre ellos, los santorales 'Llamados a ser santos' y 'Epopeyas de amor'. Nos cuenta que «es un llamamiento universal hecho por Cristo y ha tenido incontables respuestas en estos 21 siglos de historia, como lo prueban las biografías de los integrantes de vida santa, que son de toda edad y condición, y ese anhelo sigue vigente».

Esta doctora en Filosofía es la biógrafa oficial del fundador de la Institución Idente, Fernando Rielo, y lleva muchos años publicando vidas de santos a diario, primero en la agencia de noticias Zenit y actualmente en la de exaudi.org. El término “santos de la puerta de al lado”, para ella, es revolucionario y muy evangélico: «En la sociedad ha predominado la idea de que la santidad es algo casi imposible, accesible a muy pocas personas. Y el Papa ha recordado que la encarna quien desde su estado, edad y condición vive lo que está indicado en el Evangelio. Es que no hay más».

El testimonio de santidad de Prado 

¿También los jóvenes se sienten invitados a imitar la entrega a Cristo de estos amigos suyos que hoy celebramos? Prado es una toledana, de Talavera de la Reina, que con 25 años estudia FP de laboratorio clínico y biomédico. Su santo favorito es Carlo Acutis, quien "me inspira, porque no dejó de ser joven para seguir a Cristo y también me inspira mucho San José por su humildad, su sencillez, su manera de entregar su vida cada día en casa a la Virgen y a Jesús. Y también la madre Teresa de Calcuta por cómo se olvidaba de sí misma para entregarse a los demás, a los más pobres, por cómo fue capaz de seguir a Cristo y seguir confiando en él a pesar del desierto tan grande que vivió durante tanto tiempo».

Para Prado, hablar de santidad como amigos de Dios es hacerlo también de sus propios amigos. Ella compartió una amistad preciosa con Fray Pablo María de la Cruz, el joven salmantino que profesó de carmelita calzado 'in articulo mortis' y del que ya hemos hablado más de una vez. Quién sabe si algún día lo contaremos entre los santos reconocidos. Así lo recuerda: «De lo vivido con Fray Pablo, algo que no olvidaré nunca es cuando me llamó para decirme que le habían dado un mes de vida. Yo esperaba que él estuviese de otra manera totalmente diferente y me sorprendió muchísimo. Lo normal en cualquier persona que te está dando una noticia así es que esté muy triste y desolada, sin esperanza, pero él era todo lo contrario. Rebosaba vida y esperanza y fe y eso es lo que lo marcó».

¿Se sienten los jóvenes interpelados por la santidad?

Isabel Orellana reconoce que verdaderamente los jóvenes se sienten interpelados por la santidad, «más de lo que parece, basta con que tengan modelos de fe, especialmente de personas de su edad. Ese interés se percibe claramente en grupos existentes dentro de la Iglesia y en otros nacientes. Yo creo que lo importante es que su entorno inmediato no se oponga a que den respuesta al llamado de Cristo, sino que la respeten y aún mejor que les animen en su decisión a seguirle».

Para Prado, la santidad no es otra cosa que la felicidad más absoluta: «Fray Pablo quería ser santo. y a mí también me encantaría ser santa porque, como dicen, el cielo es la meta mayor y la felicidad que tenemos aquí en la tierra no es nada en comparación a la que podremos tener un día en el cielo. Además, la felicidad de la tierra está enturbiada por el pecado; sin embargo en el cielo, además de estar cara a cara con nuestro Creador y la persona que más nos ama, podremos tener esa felicidad de verdad, plena y para siempre».

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