Los acuerdos firmados entre el Estado español y la Santa Sede en 1979 que marcan la relación actual entre ambos

Escucha el análisis de José Antonio Zarzalejos de este miércoles, 23 de abril

Plaza de San Pedro, Vaticano
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Redacción Herrera en COPE

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Sánchez da la nota y, después de dos visitas al Papa, no asistirá el sábado a su funeral. Al menos, contradictorio. Lo analiza José Antonio Zarzalejos en su 'Sexto Sentido'. 

"Da la nota. Está en su naturaleza, evidentemente narcisista, hacerlo: destacar por sus presencias y, cuando no es posible, por sus ausencias. La explicación oficiosa de la Moncloa es que Sánchez “no quiere restar protagonismo al Rey”. Es peor la explicación de la ausencia que la ausencia en sí misma. 

Porque supone que Sánchez tiene alguna posibilidad de opacar a Don Felipe, el Rey, que es el que, por mandato constitucional y por la legitimación personal de su ejercicio en la jefatura del Estado, representa al propio Estado, a la Nación y al pueblo español, como quedó claro en el telegrama de condolencia que el Rey remitió al cardenal decano, Juan Bautista Re el pasado lunes.

Pues no, Sánchez no tiene en ninguna circunstancia la más mínima posibilidad de medirse con Don Felipe, que es el que encarna la institución permanente de la monarquía parlamentaria. Sánchez está de paso, como todos los presidentes; el Rey es el baluarte del Estado. 

Después de la patética declaración institucional de Bolaños, tan fuera de lugar como su contenido y la teatralización del ministro de Justicia, aconsejando por donde debe transitar la Iglesia, qué arrogancia ignorante, cualquier excentricidad es posible en el comportamiento del Gobierno. En todo caso: quede claro. Nos representa el Rey. Por fortuna". 

El acuerdo entre el Estado español y la Santa Sede de 1979  

"Son acuerdos muy singulares. Se firmaron en diciembre de 1979, tras la aprobación de la Constitución un año antes. Los suscribieron el entonces ministro de Exteriores, Marcelino Oreja, y el secretario de Estado del Vaticano y luego también cardenal camarlengo, Monseñor Giovanni Villot, y fueron ratificados y sancionados por el Rey Don Juan Carlos. Siguen vigentes. Ningún gobierno los ha alterado.

Porque son acuerdos coherentes con la mención específica que hace la Constitución a Iglesias Católica en su artículo 16. 3. España no es un Estado confesional, pero reconoce la relevancia de las religiones y, en particular, de la católica. 

Y aunque los Reyes han privatizado su confesionalidad, como es lógico, atienden a la tradición y fomentan las relaciones con el Vaticano, en tanto que Estado soberano, y con la Santa Sede, en tanto que es cúspide de la Iglesia. Pero este tipo de reflexiones no se pueden exigir a las mentes mediopensionistas de la Moncloa". 

La relación entre la corona española y el papado

"Conviene subrayarlo en estos momentos porque el que no conoce el pasado de las grandes instituciones sostenidas durante siglos no entiende la razón última de su pervivencia y funcionalidad.

Fue nada menos que en 1496 cuando el Papa Alejandro VI, mediante la bula “Si convenit” otorgó a Isabel de Castilla y Fernando de Aragón el título de “católicas majestades” que el emperador Carlos I de España y V de Alemania incorporó a los títulos de la Corona. Hasta hoy.

Desde la instauración de la monarquía parlamentaria en España con la Constitución de 1978, tanto el Rey Juan Carlos, como ahora Felipe VI, se han encargado de que la presencia de España, por ellos representada, haya sido una constante en el Vaticano. Y esa relación privilegiada es idiosincrática en la construcción de nuestra nación sobre la que se cierne el empeño, tan recurrente como inútil, de deconstruirla". 

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