Ángel Expósito está viviendo en primera persona el desastre que ha dejado el terremoto de Marruecos. Es uno de los enviados especiales de COPE a la zona donde ha podido comprobar su magnitud.

Este lunes se ha desplazado junto con el equipo que le acompaña a la falda de Atlas, a Amizmiz, a unos 20 kilómetros del epicentro. "Edificios destruidos y la gente durmiendo en el suelo, hace dos días tuvo que ser la leche.”, relata en Herrera en COPE.

“Hemos estado con la UME y todo apunta que no se van a encontrar supervivientes, salvo milagro estratosférico. A las zonas de derrumbe inaccesibles no ha llegado ni el ejército marroquí. Los de la UME son conscientes de que cuando lleguen se van a encontrar infinitos cadáveres y a lo mejor algún milagro, pero es lo menos probable”.

Para Expósito la cifra de más de 2000 muertos, se queda muy corta. “Hay cantidad de edificios donde no se ha movido un ladrillo, con lo que va a aumentar de manera inexorable”.

Medios oficiales "son los que son"

En este sentido recuerda que “los medios oficiales del gobierno de Marruecos “son los que son” con lo que “no sabemos si llegaremos a saber esa cifra”.

Llama a atención este lunes que Marruecos haya rechazado la ayuda de Francia, una decisión que Expósito ha resumido en el comentario que esta madrugada le hacía un taxista “los marroquíes nos solidarizamos entre nosotros, porque el gobierno está durmiendo”.

Al rey de Marruecos, que es el presidente de facto del gobierno, "le pilló el terremoto de vacaciones y estamos a mediados de septiembre. Cuando quiso llegar habían pasado casi 24 horas del terremoto... el disparate, el desastre, la miseria, unido a la catástrofe natural y a un desgobierno total, es lo que se vive”.

Por eso, señala "la sensación de la gente es de que vamos a quitar piedras con las manos hasta ver qué encuentran los soldados de otros países”.

En su opinión, rechazar la ayuda francesa no deja de ser “otra niñería más de un dictadorzuelo como es este hombre”, concluye el director de La Linterna, que esta noche se enciende en mitad de la oscuridad que ha dejado el desastre.