Desde que en 1972 naciese el pong, aquel juego de dos barreras que se pasaban un punto entre ellas, los videojuegos no han parado de crecer. Hoy están presentes en consolas y móviles, y ya forman parte de nuestra cultura. Son una forma de sociabilizar, una herramienta con un gran potencial narrativo: artistas, creadores, guionistas, ilustradores y demás perfiles creativos tienen cabida en la industria. ''Es un ecosistema que no va a dejar de crecer y enriquecerse'', afirma Jorge Morla. Es periodista y cubre información sobre videojuegos en El País. Hoy ha hablado con Alberto Herrera de este universo, que analiza en el libro: ''El siglo de los videojuegos'', que ha escrito con Borja Vaz, crítico de videojuegos de El Cultural.

Según Morla, los videojuegos se están desarrollando en dos direcciones: ''La parte narrativa, que cuentan una historia; y los que no cuentan nada, pero ofrecen una experiencia sensorial, y los primeros han dado un salto de calidad''. Sin embargo, hay polémicas, como la violencia. El GTA es uno de los juegos más polémicos en este sentido. Pero Javier Morla afirma que, si bien, una película o un libro pueden ser violentos, ''no hay ningún estudio que vincule la violencia con los videojuegos''.

Hoy los gamers pueden ganar millones de euros, como los jugadores profesionales. Y para muestra, varias cifras: en 2022, los videojuegos facturaron en España 2.000 millones de euros. Gran parte de su seguimiento se debe a Twitch y, aunque no suelen ser virales en los medios o todas las redes sociales, están muy presentes. Por otra parte, el pasado 6 de noviembre se celebró la final del LOL (League of Legends) en San Francisco, seguida por cinco millones de personas. La final de la Champions fue seguida por siete millones. Además, en España 9 de cada 10 jóvenes españoles se reconocen jugadores de videojuegos, siendo el 47% de los gamers, mujeres.