Fíjate por dónde, Herrera, el mejor resumen del enésimo día negro del gran Sánchez lo ha hecho el bueno de Gabriel Rufián. Ha cogido una frase melodramático del líder socialista, “Lo he intentado por todos los medios”, para emitir esta inmejorable sentencia: “Si dice la verdad es un incompetente. Si miente es un irresponsable”.

Para que la gente lo entienda, Sánchez ha hecho el mismo esfuerzo para llegar a acuerdos y ser investido que el que hizo para aprobar su tesis doctoral, pero espera que el premio sea idéntico: doctorarse cum laude en unas nuevas Elecciones Generales que nos sitúan en la España de 1872.

Solo en aquel remoto instante de nuestra historia se repitieron Elecciones en un mismo año, y éste era el panorama: tensiones cantonales, guerra carlista, afán revolucionario, abdicación de un Rey y, finalmente, proclamación de una efímera e inestable República. ¿Les suena el paisaje?

El currículo de Sánchez desde 2015 consiste en cuatro elecciones generales, una moción de censura, pactos con Podemos, ERC, PdeCat y Bildu; una tesis bajo sospecha, un uso intensivo del Falcon, un gusto excelso por las vacaciones suntuosas y la caída de todas las variables económicas. Y sin embargo, cada vez gana por más.

Si Casado, Rivera y Abascal no se lo hacen mirar ni encuentran fórmulas previas de entendimiento, alguno de ellos o todos debería pensar en empadronarse en Nueva Zelanda: no se puede seguir afirmando desde el centroderecha que España vive momentos de zozobra histórica y luego ponerle una alfombra roja al malvado Sánchez por sus peleítas de derechita, derecha y derechona pagafantas.

Déjame que abandone un instante las Elecciones con una pequeña coda sobre Alberto Garzón, al fin y al cabo el político más valorado y menos votado de España. Carlos, el susodicho es autor de un indescriptible mensaje de apoyo a las zonas de España afectadas por la gota fría. Dijo el muy majete que envíaba todo su afecto a los perjudicados, pero en especial “a los militantes de IU de aquellas zonas”. Tranquilo, líder carismático, los ocho o quizá nueve afiliados de su partido están sanos y salvos. Ya puede preocuparse usted de los miles de damnificados.