Sinceramente, Don Carlos, no sé si estamos en las mejores manos. Y lo digo pensando en España y también en Europa. La Comisión Europea, Don Carlos, no está dando la talla ni ofreciendo una respuesta eficiente, resolutiva y rápida ante la crisis desatada por la pandemia. La gestión de las vacunas es puro desastre. Ha pasado más de un año y en Bruselas siguen diciendo, hablando, pensando, pero de ejecutar, de hacer, nada de nada, Don Carlos.

Europa se va quedando cada vez más rezagada respecto a Estados Unidos y China. A este paso tan calamitoso, Europa sufrirá mucho más para recuperar posiciones en su apagada economía. Seguimos sin saber nada de los 750.000 millones de euros que tomarán forma una vez Europa emita deuda en los mercados financieros - eurobonos - que los alemanes quieren que computen en la proporción pertinente en la deuda pública de cada Estado miembro. Dinero que, en todo caso, Don Carlos, no se acerca a la efectividad de las decisiones de Estados Unidos. Y esos 750.000 millones en juego, claves para impulsar la economía europea y que están flotando por la atmósfera sin pisar suelo terrenal, en parte son ayudas – que se devolverán contribuyendo más a la UE en el futuro – y, en parte, deuda pura y dura a devolver.

Una puntualización: no todos los Estados europeos están por la labor de solicitar y disponer de ese dinero de los fondos europeos porque en algunos casos sus saneadas cuentas públicas lo desaconsejan. Así, Don Carlos, que mucho bla, bla, bla, sin que los fondos en cuestión cristalicen; ergo, en España estamos en el limbo con los archifamosos 140.000 millones. ¿Y cuándo llegará ese dinero europeo? Pues a corto, medio y largo plazo. Con todo respeto, Europa parece regida por un pelotón de torpes. ¡Aquí falta Clint Eastwood en plan Sargento de Hierro, imprimiendo brío, Don Carlos!