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"Una revolución con nómina nunca ha triunfado": Luis del Val explica el fracaso independentista

El colaborador de 'Herrera en COPE' ha hecho un repaso al movimiento independentista desde sus orígenes hasta su prolongado ocaso

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Luis del Val

Colaborador

Tiempo de lectura: 2'Actualizado 12:41

En aquella ciudad nunca fueron mayoritarios, pero, debido al mosaico de la mayoría que estaba en su contra, se habían hecho con el control de la ciudad. Pretendían ser superiores a los que no pensaban como ellos, y establecieron una red de delatores para acosar y perseguir incluso a los discretos que no se mostraban en su contra.

Para poder llevar a cabo su Dictadura, sin ninguna traba, establecieron contacto con el gobierno ruso, a través de un individuo que conocía a personas allegadas a Putin, y les ofrecieron mercenarios, pero su cobardía les impidió aceptar porque ellos querían crear su dictadura a base de negociaciones, como si se tratara de un acto administrativo, algo así como la anulación de una multa.

Una Dictadura de minutos

No obstante, sin mercenarios rusos, declararon su Dictadura durante unos minutos y, unos fueron a la cárcel y, otros, huyeron. La llegada de un gobernante mentiroso, que buscaba mantenerse en el poder sin reparar en ventas, les concedió el indulto. Parecía que el asunto quedaba injustamente arreglado, pero como seguían manteniendo el poder en la ciudad, amenazaban a cada momento que lo volverían a hacer, mientras aumentaba la red de delatores y denuncias en busca de los que les discutían que fueran superiores.

Y, alguien, por si acaso, ordenó que se les espiaran los teléfonos a los cabecillas, porque, si amenazaban con que lo volverían a hacer, podrían hacerlo y había que estar preparados. Los autoproclamados superiores se enteraron, y se enfadaron muchísimo, y amenazan con atacar al mentiroso que tanto les ha dado.

El problema del sueldo

No creo que lo hagan. Quien sustituya al mentiroso no hará tratos con ellos, y aplicará las leyes, y el que vaya a la cárcel que no espere un indulto. Es que, además, son unos revolucionarios que cobran nómina todos los meses, gracias a quienes dicen que les persiguen y, en realidad, les pagan.

Una revolución con nómina nunca ha triunfado. Además, los empresarios que apoyaban con entusiasmo el movimiento de superioridad comienzan a advertir bajada de clientes, aminoración de la demanda y un rechazo de los inferiores, que serán inferiores, pero son clientes que dudan en seguir apoyando con sus compras a quienes alimentan a sus perseguidores. Cacarean como las gallinas, pero no harán nada. Cacarean como publicidad, pero no hay huevos.

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