

"El progreso humano exige la mezcla, la creación de riqueza exige el intercambio y no entender esto es no entender el motor mismo de la historia"
Jorge Bustos analiza en Herrera en COPE las palabras de Donald Trump sobre Europa y la inmigración en la Asamblea General de la ONU
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Si estás embarazada y te duele la cabeza, puedes tomarte un Tylenol sin ningún problema, o cualquier otra marca de medicamento que lleve Paracetamol. Da igual lo que haya dicho al respecto el hombre más poderoso del mundo, porque se puede ser muy poderoso y al mismo tiempo un necio sideral en lo tocante a materia científica, además de un completo irresponsable. Porque hay que ser irresponsable para afirmar, como hizo Trump desde la Casa Blanca, que el Paracetamol causa autismo y que si una mujer embarazada lo toma, su bebé sufrirá las consecuencias. No hay ninguna evidencia científica hasta la fecha que sostenga semejante afirmación. Pero claro, recordemos que este hombre perdió la reelección precisamente por su gestión de la pandemia, cuando sugirió cosas como que se podía frenar al coronavirus con inyecciones de desinfectante o con pastillas de detergente. Claro, luego llegó Biden y tampoco es que fuera muy ilusionante, pero el caso es que Trump perdió por lo que perdió.
Y a mí esto del paracetamol de Trump me ha recordado mucho a Evo Morales cuando soltó aquello de que comer pollo te puede volver homosexual, ¿te acuerdas? El tipo lo creía en serio. Claro, como buen comunista, el expresidente de Bolivia era homófobo, igual que el Che Guevara. Y en realidad no hay tanta diferencia entre Donald y Evo, la irracionalidad del populismo los une a los dos. Eso sí, Trump tiene más visión comercial. Para tratar el autismo, ha propuesto la leucovorina, así que desde ya mismo yo sospecho que debe de tener amigos inversores con muchas acciones en laboratorios de leucovorina.
El fin de las sociedades abiertas
Pero Donald no solo está convencido de que entiende mucho de ciencia, también presume de entender mucho de diplomacia, como lo oyes. Ayer en la sede de la ONU en Nueva York dijo cosas que nos pueden parecer graciosas, pero se te hiela un poco la sonrisa cuando recuerdas que vienen del tipo más poderoso del mundo. Dijo, por ejemplo, “he parado siete guerras, pero las Naciones Unidas han destruido la paz que yo creé en varios continentes”. Literal.
Ya sabes que Donald Trump está librando una batalla con Pedro Sánchez por el Premio Nobel de la Paz. Y es verdad que son dos Narcisos incurables, pero la influencia de uno y de otro no admite ninguna clase de comparación. Nadie recordará la semana que viene el paso de Pedro por la Asamblea General de la ONU. Nadie. Donde hoy, por cierto, hablará Felipe VI. Pero es muy probable que tengamos que recordar durante mucho tiempo las palabras de ayer de Donald Trump: “Todo el mundo dice que debo ganar el Nobel de la Paz por cada uno de estos logros, pero para mí el verdadero premio será que los hijos y las hijas puedan crecer con sus padres y madres, porque ya no habrá millones de personas asesinadas. La inmigración está descontrolada. Vuestros países se van a la ruina. La ONU está financiando un asalto en los países occidentales y en sus fronteras Se supone que debe parar invasiones, no crearlas”.
Lo que está advirtiendo Donald Trump por debajo de su grotesco narcisismo es que el tiempo se ha terminado. Lo que nos está diciendo concretamente a los europeos es que debemos volver cuanto antes al siglo de las alambradas, de los muros, de las aduanas, de los aranceles, volver al miedo al extranjero, volver al miedo al comercio, volver al nacionalismo de fronteras fuertes y a la nostalgia de sociedades puras, homogéneas, sin mestizaje, que en realidad nunca existieron o solo existieron cuando vivíamos en tribus primitivas. Vamos a decirlo una vez más, aunque parezca una verdad contracultural en estos momentos. El progreso humano exige la mezcla. La creación de riqueza exige el intercambio. Y no entender esto es no entender el motor mismo de la historia. Y por supuesto que las fronteras son necesarias.
Ojo, por supuesto que los gobiernos tienen la obligación de diseñar modelos migratorios integradores y funcionales que no degeneren en guetos inseguros. Y por supuesto que la aceptación de la cultura democrática de acogida debe ser condición innegociable para el que llega. Pero criminalizar la migración solo puede acabar mal. Ya acabó mal en el pasado y acabaría igual de mal en el futuro. Eso sí, Trump dio un giro de 180 grados en el asunto de Ucrania. Luego hablaremos de esto porque ahora dice que Zelenski puede ganar la guerra, puede incluso recuperar lo invadido e incluso quedarse parte de Rusia. Hace unas semanas decía exactamente lo contrario cuando humilló a Zelenski en el Despacho Oval. O sea, para inmigración irregular la de su pensamiento que va de un lado al otro sin ningún sentido.
David Sánchez, al banquillo
Y hablando de migraciones, hay un hombre se ha hecho por sus mudanzas. Es todo un artista. Las cosas como son. De hecho, su nombre artístico es David Azagra, aunque en realidad se apellida Sánchez Pérez Castejón. Mira, exactamente igual que el presidente del gobierno. Qué casualidad. Bueno, pues a los magistrados de la Audiencia Provincial de Badajoz no les parece tanta casualidad porque ayer avalaron la investigación de la jueza Biedma y decidieron enviar a David Sánchez al banquillo por los delitos de prevaricación y tráfico de influencias. Y con el artista enviaron también al banco al secretario general del PSOE de Extremadura, Miguel Ángel Gallardo, aforator, y al exasesor de Moncloa, muy amigo de David, llamado Luis Carrero. O sea, al trío completo de listillos, que según la jueza organizó la creación de dos plazas pagadas con dinero público y destinadas al hermano de Pedro Sánchez y posteriormente a su amigo y asesor porque ya colaboraba con David Sánchez cuando trabajaba.
Qué casualidad, también en presidencia del gobierno. Así todo queda en familia, ¿verdad? Pero en una democracia con separación de poderes no existen familias intocables. Por fortuna, para los ciudadanos que defendemos la igualdad de todos ante la ley. Eh, ahora hay que reconocerle a David Sánchez que para lo suyo tenía mucho arte, aunque lo suyo no era exactamente la música, eh, era otra cosa. era la picaresca, por no decir el delito. Se supone que nuestro hombre lleva el socialismo en la sangre, pero se mudó a Portugal para pagar menos impuestos, aunque en realidad seguía viviendo en España. En concreto, vivió la Moncloa con su mujer mientras declaraba tener la sede fiscal en el país vecino. Hay que ser artista para eso. Yo no sé qué le diría a María Jesús Montero cuando se la cruzara en un pasillo por Moncloa. Hacienda somos todos, pero algunos más que otros.
Chiqui, no diría algo así, pero es que al parecer una vez que consiguió que le crearan la plaza dedo, no se le veía mucho por el puesto de trabajo. De hecho, no sabía ni ubicar la propia oficina de la que era jefe.
Mira, si yo fuera su abogado, en lugar de hurdir complicadas operaciones de aforamiento exprés con Gallardo para intentar quitarle la causa a la jueza Biedma, operaciones que felizmente fracasaron, yo me centraría en el argumento de la performance artística y yo lo que haría en el juicio sería decir, "Señoría, todo esto no es más que una obra de teatro de vanguardia. El enchufe grosero, la desfachatez de no ir a currar, la evasión de impuestos, el aforamiento del jefe de sigla pasando por encima de las cabezas de los compañeros. Todo ha sido una gigantesca ópera, una ópera bufa para entretenimiento del respetable. O como diría Donald Trump, televisión de la buena.