La razón por la que las mujeres se vieron obligadas a cambiar su peinado en la Segunda Guerra Mundial: "Veían poco"

El pelo que había estado de moda antes era el de Veronica Lake, que era una melena que le tapaba incluso un ojo y que se llamaba "peek-a-boo"

José Manuel Nieto

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Durante la Segunda Guerra Mundial, el conflicto no solo transformó el mapa político mundial, sino también la vida cotidiana de millones de personas. Las mujeres, que se incorporaron en masa al trabajo industrial ante la ausencia de los hombres en el frente, tuvieron que modificar su forma de vestir, calzarse… y hasta cambiar su peinado.

En la sección de historia del programa Herrera en COPE, Alberto Herrera abordó junto a la historiadora Ana Velasco algunos de los efectos menos conocidos de la guerra, como los cambios forzados en la moda femenina. Uno de los más llamativos fue el fin del peinado que popularizó la actriz Veronica Lake, conocido como "peek-a-boo": una melena larga, ondulada y sensual que caía sobre un ojo, convirtiéndose en todo un símbolo del Hollywood de los años 40.

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Retrato del actor Alan Ladd y Veronica Lake en Saigón

“El pelo que había estado de moda antes de la Segunda Guerra Mundial era el de Veronica Lake, que era una melena que le tapaba incluso un ojo y que se llamaba peek-a-boo, como que te deja ver un poco”, explicó Velasco en antena. Sin embargo, ese estilo tan imitado se convirtió rápidamente en un peligro real en las fábricas.

Del glamour al riesgo laboral  

Con el estallido de la guerra, millones de mujeres ocuparon los puestos de trabajo que los hombres dejaron vacantes. Lo hicieron principalmente en fábricas de armamento y maquinaria pesada, donde el contacto con cintas transportadoras, engranajes y herramientas implicaba riesgos constantes. En ese contexto, la moda dejó de ser una cuestión de estética para pasar a ser un asunto de seguridad.

“Cuando las mujeres llegan a las fábricas, hay muchas que se quedan ciegas y tienen accidentes porque no se recogen el pelo. Y claro, se les engancha o se lo atrapan las máquinas”, relató la historiadora. El popular "peek-a-boo" dejaba de ser glamuroso para convertirse en una trampa peligrosa en plena producción industrial.

El problema fue tan grave que incluso el Gobierno de Estados Unidos pidió a la propia Veronica Lake que modificara su imagen. La actriz apareció en campañas públicas con el pelo recogido, promoviendo un estilo más práctico que, con el tiempo, se consolidó como el nuevo estándar.

Los sacrificios invisibles de la guerra  

Pero no solo el pelo fue víctima del cambio. “Lo mismo pasa con las sandalias”, añadió Velasco. “Por eso, seguro que has visto los zapatos estos de los años cuarenta que solo se ve un poquito, un dedito, que tienen un agujerito chiquitín”. Las sandalias abiertas, propias del verano y del estilo femenino de entreguerras, fueron desplazadas por diseños más cerrados para proteger los pies en las cadenas de montaje.

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LYDIA LITVYAK (1921-1943) Piloto de caza de la Fuerza Aérea Soviética en la Segunda Guerra Mundial

Muchas mujeres no querían abandonar su estilo personal, pero la nueva realidad imponía otras prioridades. “No querían dejar de llevar sandalias y no querían dejar de llevar el pelo suelto, pero tuvieron que hacerlo: sacrificios de la guerra”, resumió Velasco.

Así, lo que comenzó como un cambio menor en el aspecto físico acabó simbolizando una transformación mucho más profunda: la de millones de mujeres que, sin perder su feminidad, asumieron una responsabilidad histórica que también pasó por el tocador. Porque incluso un peinado podía ser, en tiempos de guerra, una decisión de vida o muerte.