Antonio Agredano y sus manías para dormir: "Tengo un pijama de soledad que casa perfectamente con una camiseta interior de tirantes"
El cronista de Herrera en COPE habla de aquellas manías que tienen los fósforos a la hora de dormir.

Ropa de dormir, por Antonio Agredano | Crónicas Perplejas
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¿Con un uniforme militar? ¿Con un camisón como el que lucía Kim Basinger en 'Nueve semanas y media? Antonio Agredano habla en sus crónicas perplejas sobre la ropa que se utiliza a la hora de pasar la noche en una cama.
pijamas
Hay dos tipos de hombres y yo soy de los que duermen desnudos. No suspiren en sus casas. Conténganse. Este cuerpo, digno de Policleto, no soporta el pijamita nocturno. Ni la camiseta siquiera. No es alarde, que podría, es incomodidad. Desde siempre. Prefiero echarme seis mantas encima a ponerme algo, porque me pica todo.
Pero ya por casa, en la mañana, al despertarme, es otra cosa. Ahí sí soy coqueto. Tengo una chilaba negra, fina, sencilla. Sin bordados. Sobria y favorecedora. Tengo un pijama veraniego satinado, de leopardo. Exquisito. Del Temu. Siete euros. Tardo un mes en llegar. Pero irresistible desde el punto de vista erótico-conyugal.
Y luego tengo un pijama de soledad. Una cosa para mí, introspectiva, privada. Que es uno de esos pijamas anchotes de cuadros, camiseros, yo creo que del corte del que tenía mi abuelo Antonio a principio de los ochenta. Que casa perfectamente con una camiseta interior de tirantes, caladita.
Un pijama que no puedo usar en público, porque es un antídoto contra el entusiasmo friccional y cutáneo. Es una cosa anticlimática. Son además unos cuadros verde botella, con grises… una cosa que hubiera cogido José Feliciano y hubiera dicho «esto mismo». Pero es cómodo. Y es para mí, que es lo importante. Para mi café en el salón los fines de semana. Para la siestecita de sofá. Para barrer por el salón. Es feo, pero impecable en sus funciones.
Ya he dicho muchas veces que la coquetería no debe perderse nunca. Al menos, cuando uno está acompañado. Que hay que llevar calzoncillos bonitos, calcetines sin agujeros, y pijamas sexys. Que no hay mejor pasarela que el pasillo de tu casa. Que las cosas grandes se construyen en los espacios pequeños. Que el amor hay que cuidarlo. Y los detalles. Y la elegancia no necesita dinero, sólo un poco de cariño, un poco de ganas y algo de no tomarnos demasiado en serio a nosotros mismos.
Decía Marilyn Monroe que ella para dormir sólo se ponía un poco de Chanel nº 5. Y tiene razón, porque hay olores que arropan más que la franela.
 
         
                 
                         
             
                    



