'Crónicas perplejas': “No es el peso, es sólo sentirse perdido y, de repente, encontrarse con uno mismo”

Habla Antonio Agredano sobre adelgazar

Redactor de COPE

Tiempo de lectura: 2' Actualizado 11:17

En esta sección de ‘Herrera en COPE’, Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus "Crónicas perplejas".

La gente está muy preocupada por el sentido de la vida. Qué hacemos en este planeta. Cuál es nuestra responsabilidad. Hacia dónde debemos ir. Qué parte es física y qué parte es espiritual. Son preocupaciones humanas.

Pero yo no tenía estas dudas. Yo lo tenía muy claro. La vida era comer patatas fritas. De cualquier sabor. Onduladas o clásicas. Picantes o dulzonas. Jamón o yorqueso o lo que se inventen. Sí a todo.

No había nada más placentero que abrir un paquete de patatas y sentarse en el sofá cuando ya casi había acabado el día. Tras los colegios, las prisas, los trabajos y las facturas. Ese momento de paz, ese crujido, ese gozo supersabroso y grasiento. Esa paz.

Un día, en vez de abrir el paquete, me fui a correr. Sustituí el picoteo por kilómetros en las zapatillas. Dos kilómetros hice la primera vez. Prácticamente tres vueltas a la manzana. Fui sumando calles. Fui perdiendo la vergüenza de que me vieran los vecinos. Las rodillas me dejaron de doler. La cinturilla del pantalón se me empezó a deslizar barriga abajo.




Echaba de menos las patatas. Pero ya no podía dejar de salir todas las noches a correr. Primero fue el barrio, luego la ciudad. Cinco, diez, quince kilómetros. Minutos y minutos. Le fui quitando equis a mi talla. Un año estuve corriendo. Día tras día. Sumando kilómetros, restando kilogramos.

No di consejos a nadie. No presumí de lo que estaba haciendo. Sólo corría. En silencio pisoteaba el asfalto. Y el placer que encontraba en aquellas patatas lo sustituí por aquel cansancio orgulloso que sentía al volver a casa, sudando y jadeando tras la carrera.

Que cada cual haga lo que quiera. Hay muchas vidas y muchas formas de vivir esas vidas. Pero en aquel momento, correr me hizo feliz. No es el peso, no es la ropa, no es el Instagram… es sólo sentirse perdido y, de repente, encontrarse con uno mismo.

'Crónicas perplejas' de la semana de Antonio Agredano

'Crónicas perplejas': “A veces sueño que conduzco, al volante de un viejo descapotable y soy feliz"