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Isabel Cuesta, 'madre molona': “No nos interesa la obediencia, nos interesa la responsabilidad”

Ella y su marido Daniel Pérez cuentan en Fin de Semana con Rosa Rosado las claves para educar sin castigos ni premios

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Tiempo de lectura: 3'Actualizado 11:20

Isabel y Daniel le dan mucha importancia a aprender el idioma de nuestros hijos, ya que esto es lo que va a hacer que nuestra relación con ellos cambie y sea más fluida. Isabel y Daniel afirman en Fin de Semana con Rosa Rosado que educar con castigos y premios no es la educación adecuada. Ellos creen que existe la posibilidad de eliminar esa forma de educar a los hijos a pesar de que nos hayamos criado con ello. Es cierto que esas son las herramientas que han heredado nuestros padres de nuestros abuelos. Sin embargo, son comportamientos que si no los cambiamos lo repetirán nuestros hijos. Hay que cortar esa linea del tiempo para cambiar la relación entre padres e hijos de otras generaciones. Si hacemos esto nuestros hijos tendrán la mejor herencia.

La pregunta más repetida es: “¿Por qué no funciona el castigo y el premio?

Antes la sociedad era muy diferente, había una jerarquía más estructura donde uno mandaba y otro obedecía. Era fácil que los hijos aprendieran esa sumisión y lo concebían como algo normal. Lo que también difiere de generaciones anteriores con la actual es el hecho de cumplir lo que decimos, antes, lo que se decía y se cumplía, los castigos se cumplían. Sin embargo, a día de hoy es muy común decirlo y no hacerlo. Según Isabel y Daniel el autoritarismo pasa a la permisividad. Se desconcierta al niño y ya el niño se cree que la amenaza de castigo es un trámite para conseguir lo que quiere.

Isabel y Daniel tratan de hacer el tema más entendible comparando la situación de los niños con cuando somos mayores, ya que también nos castigamos y nos premiamos, sin embargo, de donde mas aprendemos es de los errores.

El consejo que da Elena es que: “tenemos que ser como un GPS”. Un GPS cuando se equivoca no se enfada ni se lamenta, directamente se redirige, y eso es lo que tenemos que hacer. Cada vez que nos equivocamos, en vez de martirizarnos hay que decir “que bien que ya sé que me he equivocado y de esa forma no lo haré mas.

Los castigos no sirven para volver buena a la gente. Si castigamos a los niños eso no les va a convertir en una mejor persona. El principal problema de los castigos, según 'los padres molones', es, que cuando hay un castigo se prioriza la supervivencia, esto quiere decir que la parte del cerebro en la que esta el aprendizaje está desconectada. En un momento de alerta el cerebro no absorbe información de aprendizaje, solo se queda con el miedo.

El error es que creemos que cuando castigamos los niños nos entienden, pero no es así. En el momento del enfado y el castigo nace la rabia y eso puede dañar el autoestima. No se obtiene ningún tipo de beneficio, lo único que conseguimos es alejarnos de nuestros niños. “Si mi hijo tiene miedo a mi reacción perderá la confianza en mi y me empezará a ocultar cosas”, afirma Isabel.

Existe un proceso natural de separación cuando el niño tiene que ir alejándose, en la adolescencia y es normal, pero tenemos que evitar que nuestros hijos en la adolescencia tengan el pensamiento de decir: “Como se entere mi madre me mata”, dice Isabel. La adolescencia es una época peligrosa, porque los niños pierden el miedo, por eso dice Daniel que hay que mantener esa confianza. Lo bueno de no castigar es que eso puede reducir las posibilidad de rechazo de hijos a padres, porque existe esa confianza y se mantiene el vínculo.

Un ejemplo de educar en positivo, según Isabel y Daniel, es, por ejemplo lo que ocurre a la hora de recoger sin castigo y sin premio. Hay que establecer normas. A los niños tenemos que explicarles e porqué de la importancia de recoger. Hay que hacerles ver ¿qué pasa si no recogemos? Y explicarles las consecuencias, que son, por ejemplo, perder las piezas o pisarlas. Según Daniel, no sirve justificar las normas con un “porque yo lo digo”. “Sobre todo es importante que el niño también participe en establecer las normas, para que vea que le damos importancia y que sus opiniones también son válidas”, dice Isabel.

Por último, el tema de la comida. Hay que tener cuidado porque es en las edades tempranas cuando se pueden empezar a desarrollar Trastornos alimenticios. Daniel le da mucha importancia a no crear conflictos en los momentos de la comida. Que no haya pantalla ni distracción. Debemos tener una atención plena en el momento. La comida es un momento compartido. No debemos obligar a comer ni premiar por comer ni castigar por no comer.

Daniel e Isabel explican que la obediencia ciega no es lo que nos interesa. No queremos un hijo obediente ni sumiso. Hay que educar a largo plazo.


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