El exdirectivo que se fue a Tailandia a hacer churros: “Su textura es única, no hay nada igual”
Javier Arce, cántabro residente en Tailandia, cuenta en Fin de Semana con Cristina cómo ha logrado triunfar allí con su churrería

El exdirectivo que se fue a Tailandia a hacer churros: “Su textura es única, no hay nada igual”
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Dice el dicho que “a nadie le disgusta un dulce”, pero también es verdad que no son aceptados de igual forma en todas partes. En Tailandia, de hecho, no hay una gran tradición como la hay aquí de comer churros dulces o con chocolate caliente. Por eso, la idea de poner una churrería allí suena algo extraño, incluso descabellado.
Nada de eso le ha frenado a Javier Arce, un cántabro de 54 años residente en Tailandia que está teniendo un éxito tremendo precisamente gracias a su churrería Churromai y sus churros. Tras una vida profesional muy intensa ha decidido que su jubilación sea trabajando pero del modo más dulce posible. Javier ha estado en Fin de Semana con Cristina donde ha contado que “un día la vida tenía que cambiar. Me prejubilé en España, fue un ERE, pero vi la oportunidad, me lo dieron y decidí viajar por Asia 4 meses decidí quedarme aquí”.
Si hay alguien importante es todo esto, además de su madre de la que en nada hablamos, es Ying, su pareja: “Es una persona muy importante a la hora de prepararlo todo. La decisión inicial de venirme no fue por amor sino de Asia, estuve pro aquí y descubrí otra manera de vivir, y me enamoré. Coincidió que dentro de ese tema conozco a Ying, decido que me vengo y ella es pieza clave para poder montarlo. Sin gente de confianza no puedo hacerlo”.
Si alguien pensaba que Javier venía con grandes conocimientos de cocina, se equivoca: “Sabía hacer un huevo frito pero poco más. Decidí hacer churros por una conversación de la familia en Navidad cuando vuelvo tras cuatro meses. En Año Nuevo surgió la conversación trivial de un viaje en Londres, comentaba cómo se sorprendió una churrería en el High Park. Mi madre dijo ‘y ahora que te vas a Tailandia, por qué no pones una churrería’, y tenía razón. Mi madre es lo mejor del mundo, es algo fuera de lo normal”.
Pero claro, los gustos culinarios en España no tienen mucho que ver con los tailandeses, algo que explica el churrero: “Completamente distinto, por eso empiezo a mirar fabricantes de maquinaria y encuentro un sitio, me voy, les compro la máquina y me enseñan a hacer los churros de forma especial. Es verdad que al llegar aquí te encuentras que lo que te han dicho te vale como base pero no te sirve para hacer churros, el mayor reto era crear un churro fuera de lo normal. Puedo asegurar que la calidad es excepcional. Me gusta cuando viene un español y se queda sorprendido de cómo existe un churro con esa textura: galleta por fuera, suave por dentro”.
Y aún hay más porque tiene claros planes de expansión: “Nunca puedes decir algo hasta que acaba saliendo, pero sí, para principios de junio hay reuniones para ver distintos proyectos. Ya se verá pero el resultado puede ser un éxito”.
Volviendo al éxito de los churros, buena parte de la culpa la tiene Ying, que además publica en redes sociales verdaderas joyas en forma de vídeos bailando: “Ella fue clave porque hizo intérprete para luego montarlo todo. Además es una profesional de coreografía y de lenguaje corporal y de caras, algo en occidente no se conoce, al menos lo de las caras. Es muy famosa aquí, prepara a personas para presentarse a concursos de baile, la gente se vuelve loca con eso. Un día hablando comenté la posibilidad de mezclar su trabajo con los churros, y como le encanta empezó a hacerlo y ahí está. El Tik Tok viral fue determinante”:
Por último, Javier reconoce estar lejos de su familia española, pero agradece la videollamada: “Es un invento fabuloso. Soy muy de abrazo y beso, pero la vida la vives una vez y tienes que salir de tus zonas de confort, en ellas no haces nada. Llevo saliendo de ellas mucho tiempo. Hoy hago esto y mañana a lo mejor estoy viajando por Australia con esto o cualquier otra cosa. Eso sí, tengo dos hijas en España, 22 y 20. Marta y Ana, dos auténticas maravillas”.