La fascinación por el Antiguo Egipto también ha hecho mella en el cine desde sus primeros pasos, y tenemos infinidad de películas sobre este tema. Muchas de ellas han sido grandes éxitos de taquilla, como fue el caso de la espectacular Cleopatra de Elizabeth Taylor. Siempre han sido películas muy llamativas, y casi siempre se han centrado en unas líneas básicas:

Momias que vuelven a la vida

Búsquedas de tesoros faraónicos

Personajes, principalmente Cleopatra, que siempre ha dado mucho juego.

Las películas que nos hablan de momias tienen el hilo conductor de la momia de alguien malísimo que revive y aterroriza a los vivos con sus poderes, apareciendo y desapareciendo entre harapos de vendas flotando y aspecto repulsivo. Siempre son los vivos quienes hacen algo que no deben y las despiertan, y ya nada tiene solución. La saga de momias se empezó en 1936 con La Momia de Karl Freund, protagonizada por Boris Karloff, a quien el papel marcó para siempre. Más adelante en 1959 se hizo otra versión, en esta ocasión protagonizada por Christopher Lee, hasta llegar a época reciente cuando Stephen Sommers dirigió una Momia llena de efectos especiales en 1999.

La ventaja es que en este tipo de películas de momias, por mucho miedo que den, la momia nunca gana y generalmente acaba hecha un montoncito de polvo sonriente, porque la dentadura es lo último que les queda antes de ser barridas por el viento.

Luego tenemos las películas que pretenden ser históricas, aunque luego les puede el espectáculo, los decorados y el lucimiento de los actores. Este sería el caso de Los Diez Mandamientos, en la que Yul Brynner encarna a Ramsés II. Tiene errores garrafales, como el hecho de que Ramsés II lleve el peinado de los muchachos que aún no han alcanzado la pubertad, cuando ya era más que adulto, faraón, y tenía hijos. Podrían haberse ahorrado el error, porque es muy probable que el faraón en la realidad fuera rasurado y a Yul Brynner le favorecía la calva.

Las Cleopatras merecen punto y aparte. Tenemos tres versiones, la de 1934 de Cecil B. de Mille, protagonizada por Claudette Colbert, y la de Joseph L. Mankiewicz de 1963, quizás la más famosa.