El arte de engañar al cerebro: así juegan los grandes pintores con nuestra mente
El catedrático, Fernando Giráldez lo explica en su libro 'Un neurocientífico en el Museo del Prado', que ha presentado en Fin de Semana COPE

Fernando Giráldez en Fin de Semana COPE
Publicado el - Actualizado
3 min lectura
Henri Beyle era un escritor francés visitó por primera vez Florencia en el año 1817 y cuando salió de la basílica de la Santa Croce y observó su entorno, empezó a sentir escalofríos, sudores, taquicardia... Así lo describió él mismo en el libro 'Roma, Nápoles y Florencia'. "Había llegado a ese punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes dadas por las bellas artes y los sentimientos apasionados saliendo de Santa Croce me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme", relataba. En realidad es Stendhal. Este es el seudónimo que utilizaba para escribir sus libros y fue el primero en experimentar esa sensación ante el arte, al menos el primero en documentarlo, por eso esa taquicardia, ese sudor frío y esa sensación de mareo se bautizó como el síndrome de Stendhal.
No sabemos si llega a tanto la reacción que muchos sentimos al observar por primera vez una obra de arte, pero sin duda siempre nos remueve algo por dentro. ¿Recuerdas cuál fue tu primera impresión al ver las Meninas de Velázquez en vivo? Pues algo tiene que ver con un estudio que están llevando a cabo con en la Universidad Rey Juan Carlos observan las reacciones de las personas la primera vez que ven los cuadros en este caso del museo Thyssen-Bornemisza de Madrid.
"En el momento en el que haces conscientes emociones que son inconscientes, ya no solamente eres capaz de saber lo que quizá estás sintiendo, sino que tiene un impacto en toda tu vida en general, porque esas emociones inconscientes son las que dirigen nuestra toma de decisiones", ha explicado Ana Reyes, directora de esta investigación. Desde la alegría a la tristeza, pasando por la pena o la ira y lo más sorprendente de todo es que casi ninguna reacción es igual que el anterior.

La exposición de Goya 'Del Museo al Palacio' incluye un total de 62 obras del artista.
¿cómo reacciona el cerebro ante una obra de arte?
Fernando Giráldez es catedrático de medicina y acaba de publicar "Un neurocientífico en el Museo del Prado", un libro que en cierta formá se gestó en una clase con sus alumnos en la que trataban de descifrar cómo percibía el cerebro las obras de arte.
Pero, ¿cómo reacciona el cerebro ante una obra de arte? "Como nosotros vemos las cosas y vemos el mundo es herencia de otros cerebros que han visto el mundo y que han usado esos patrones y esa belleza como motor de su supervivencia", ha señalado el neurocientífico en Fin de Semana COPE.
La belleza, añade "está muy metida en nuestro en nuestra historia biológica".
No cabe duda de que el ojo es, en cierta medida, la puerta de entrada a nuestro cerebro del entorno. "Es como una primera detección de todo lo que hay, pero después tiene que ser recompuesto en nuestra sensación. Los cuadros, las casas o los árboles no se meten dentro de nuestra cabeza, realmente lo que nosotros tenemos en ella es una reconstrucción hecha por neuronas".
Los mecanismos que usan estas neuronas para que nosotros acabemos viendo por ejemplo una cara "no tienen nada que ver con nuestra experiencia de la cara".
detección universal y personal
Si dos personas se posicionan frente a un cuadro verán cosas iguales y diferentes al mismo tiempo. "Nuestra capacidad de detección de caras es universal porque no hay ser humano que no haya desarrollado su capacidad de detectarlas, vemos caras en las nubes, en los dibujos o en las caras de verdad. Ese sistema de detección es universal". Sin embargo, "después asociamos a ese sistema básico de detección toda nuestra historia personal. Esas reacciones que te induce el ver una cara, son completamente tuyas".
El artista lo que hace es "engañarnos", generar una ilusión de algo, pero "tan veraz para nuestro cerebro, como la vida misma".

Cuidar la salud del cerebro es esencial para el bienestar general
saturación de imágenes
En nuestro día a día estamos rodeados de imágenes, saturados en muchos casos, y esto puede influir en cómo reaccionamos ante la belleza. "La saturación no sólo de imágenes, de información de ruido en general, perturba mucho la capacidad de sintonizar con objetos singulares, con objetos que están en ese barullo. Es un impedimento", concluye el catedrático.