Roberto Álvarez es el responsable de Pastoral de la Salud de la parroquia Virgen del Cortijo de Madrid, una tarea en la que lleva diez años implicado. En el semanario Alfa y Omega ha contado cómo se acercó a esta pastoral tras vivir la dura experiencia de un cáncer que casi acaba con su vida. En aquellos años de visitas constantes al hospital pudo sentir el apoyo incondicional de su comunidad parroquial, que no dejó de rezar por él y de acompañarle. Finalmente, a Roberto le concedieron la incapacidad laboral y desde hace ocho años está jubilado.

Al disponer de tiempo y con la experiencia adquirida, se involucró en la pastoral de la salud de su parroquia. Comenzó a acompañar a su párroco, que era también el capellán del hospital HM Sanchinarro, y se empezó a dar cuenta de que su experiencia ayudaba, de que Dios le había preparado para esta misión.

Durante sus años de enfermo experimentó que Dios da la esperanza incluso cuando lo que ves delante de ti es la muerte. De hecho, comenzó su enfermedad pensando en qué iba ser de su mujer y de sus hijos, y terminó con este pensamiento clavado en el corazón: “Tú eres mi Padre; si me llevas, vas a cuidar de ellos”.

Junto a tres matrimonios de su parroquia estuvo varios años en la Escuela de Formación de Pastoral de la Salud y hoy el equipo está formado por 18 laicos de la parroquia y sus sacerdotes. Acuden al hospital de dos en dos los siete días de la semana y allí visitan a las personas que lo han solicitado, dialogan y rezan con ellas, y les llevan la comunión cuando lo piden. Pero además del servicio en el hospital, Roberto y su equipo también atienden a los enfermos de la parroquia que lo solicitan en sus casas, aunque la situación del COVID dificulte ahora este servicio. Aun así, acompañan a quienes lo necesitan dedicando tiempo a la escucha, al anuncio de la Palabra de Dios y a llevar la comunión.