Marta Brisset trabaja en un proyecto de la organización CESAL, centrado en la seguridad alimentaria en Mozambique. Habla portugués y swahili, lo que le ha permitido insertarse con facilidad en la vida cotidiana de Cabo Delgado, en una zona donde apenas hay transporte o comercio y se detectan grandes carencias nutricionales. Ahora está trabajando junto a los agricultores en la promoción de cultivos resilientes al cambio climático y a los desastres naturales, tan habituales por allí.

En este contexto, cuando apenas había empezado su tarea, ha llegado el Coronavirus. Comenzaron a cerrar fronteras en países limítrofes y la embajada española en Mozambique instaba a los turistas a volver a España; también algunas organizaciones se plantearon evacuar a su personal expatriado. Marta vivió un  momento de lógica incertidumbre y tenía que tomar una decisión rápida. Y decidió quedarse, aunque la situación sanitaria de Mozambique no inspira seguridad precisamente. Sin embargo pensó que se había formado para afrontar situaciones de emergencia y que su labor estaba allí, donde más falta hacía, del mismo modo que la hacen una enfermera, un policía, una cajera o una limpiadoraen España.

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Javier González 08 abr 2020 - 12:23

Ella decidió seguir al lado de aquella gente en los que venga. Ahora han cerrado las escuelas en Mozambique yhay poca capacidad de garantizar la cobertura sanitaria o la fortaleza de las instituciones. También da miedo pensar en una cuarentena, porque si la gente no puede salir no entra dinero en casa. Por si fuera poco, hay grupos rebeldes al norte de Cabo Delgado, y no hay que olvidar que todavía no ha trascurrido un año desde el paso de dos de los ciclones más devastadores que ha sufrido el este de África.

En cualquier caso Marta lo tiene claro: la respuesta que se le pide es permanecer allí. Es el momento de quedarse, de apoyar a las personas, de construir y de mantener la calma, ha dicho en una carta a sus colegas de CESAL.