El padre Ricardo Cortez tenía 44 años, y llevaba 16 como sacerdote. Era el rector del seminario San Óscar Romero, de la diócesis de Zacatecoluca, en el centro del país, a unos 60 kilómetros de la capital.

Según los medios locales, la policía recibió una llamada a las 6 de la mañana, alertando de un vehículo abandonado en el kilómetro 80 de la carretera Litoral, que une las regiones orientales del país con la capital. Cuando llegaron, las autoridades encontraron el coche y, tres metros más atrás, un cuerpo sin vida con impactos de bala. La diócesis confirmó la identidad del cadáver: se trataba del padre Ricardo Cortez. Las primeras pesquisas apuntan a que el sacerdote fue asaltado por unos pandilleros, que le obligaron a bajar del vehículo y le dispararon por la espalda.

Quienes lo conocieron, lo recuerdan como un hombre bueno, entregado a su grey y muy dedicado a la formación de los seminaristas. Por eso, su muerte es aún más inexplicable...

Durante 3 años, el padre Ricardo Cortez y el padre Rafael Sánchez compartieron trabajo en la parroquia de este último. Por desgracia, la historia del padre Ricardo Cortez se repite con cierta frecuencia en El Salvador. Es el tercer sacerdote asesinado en menos de tres años, en un país en el que la Iglesia tiene un marcado carácter martirial.

El obispo de Zacatecoluca, monseñor Bolaños, celebró la misa exequial el sábado en la catedral y ayer domingo recibió sepultura acompañado por sus familiares.