El pasado martes, en la fiesta del beato Charles de Foucauld, falleció a los 91 años a consecuencia de un derrame cerebral el arzobispo emérito de Argel, Henri Teissier, tras una vida entregada a servir y amar al pueblo argelino. Había nacido en Lyon pero en 1966 obtuvo la ciudadanía argelina, en 1972 fue nombrado obispo de Orán y durante 20 años, hasta el 2008, fue arzobispo de Argel. Fueron dos décadas de terrorismo y masacres islamistas en el país con numerosas víctimas como los 19 religiosos y religiosas católicos, entre ellos el obispo Pierre Claverie y los siete monjes trapenses de Tibhirine, que fueron beatificados en 2018 en Orán.

Monseñor Teissier recordó en una entrevista el encuentro que tuvo con ellos unos días antes de que los mataran.... Celebraban o asistían a misa todos los días conscientes de que quizás sería la última vez y fueron víctimas de la violencia en los lugares donde vivieron y eran conocidos y donde decidieron quedarse a pesar de las amenazas como las que a él mismo le obligaron a moverse con escolta.

En sus largos años al servicio de la iglesia y el pueblo argelino, el arzobispo Teissier dedicó su pasión, tiempo y energía a redescubrir y difundir la relavancia de las grandes figuras africanas de los primeros siglos del cristianismo, comenzando por San Agustín...

Monseñor Teissier recordó el trato injusto que tuvo San Agustín, retratado como un infiel sometido al imperialismo de Roma cuando la realidad es que decidió volver a su tierra natal para no abandonarla más e inscribir su trabajo en la cultura y la iglesia de África. Y destacó cómo cuando Agustín camina en la ciudad de Dios lo hace también en la ciudad de los hombres y de su existencia porque lo importante no es que un líder cristiano imponga sus convicciones a la sociedad a través de la obediencia religiosa, sino que cada uno de los creyentes se abra a la gracia y el don de Dios.

Y dedicó especial empeño el fallecido arzobispo en recordar a los europeos que una parte considerable de sus raíces están en el sur del Mediterráneo y a los habitantes del Magreb conocer el papel que jugaron sus antepasados en una tradición cultural y religiosa que ahora les puede parecer muy lejana, pero indispensable para afrontar el futuro.