Los patriarcas y jefes de las Iglesias Orientales Católicas se han reunido por primera vez en Bagdad la pasada semana con el objetivo de reforzar la unidad entre los cristianos de Oriente y responder a los desafíos que amenazan la supervivencia de aquellas comunidades, como las persecuciones, el extremismo y la migración.

Es significativo que la reunión se haya desarrollado en Bagdad, en cuya catedral de San José se celebró una misa solemne durante la cual los jóvenes compartieron sus preguntas con los cardenales, obispos y sacerdotes presentes, así como sus temores, preocupaciones y desafíos para el futuro.

Los pastores de estas iglesias mostraron su satisfacción por la progresiva estabilización en muchas partes de Siria, y realizaron un llamamiento al “pronto retorno” de los refugiados, para fortalecer un camino de “unidad nacional”. En cuanto concierne a Irak se aprecia un clima positivo, pero se advierte la necesidad de un compromiso para combatir la ideología extremista, que aún no ha sido erradicada. También han invitado a los jóvenes a “permanecer” para contribuir a la obra de reconstrucción.

En cuanto al Líbano las preocupaciones se centran en la formación de un nuevo gobierno que sepa responder a los problemas del país. Los líderes cristianos han elogiado la enorme labor del País de los Cedros en la acogida de refugiados provenientes de la vecina Siria en el transcurso de la guerra. También han mostrado su solidaridad con el pueblo palestino, en el contexto de una situación que parece “congelada”. En Jordania se aprecia la estabilidad y la convivencia, mientras que en Egipto, han subrayado el esfuerzo de renovar el discurso religioso, eliminando componentes de odio, así como el intento de garantizar la igualdad partiendo del principio de “ciudadanía”. Los jefes de las Iglesias Orientales volverán a reunirse a finales de 2019 en El Cairo. Entre tanto, han dirigido un llamamiento a todos los jefes de Estado de Oriente Medio para que aseguren el respeto de los derechos humanos de todos sus ciudadanos.