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Conchita y Francisco Barrecheguren: Padre e hija inician juntos el camino a la santidad

El Vaticano ha reconocido las virtudes heroicas de Francisco y Conchita le mismo día

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Redacción Religión

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 15:34

"Si la hija es santa, más santo es el padre" decían de la familia Barrecheguren. Padre e hija -en un hecho insólito- inician el mismo día el proceso para que la Iglesia les reconozca su posible santidad. El reconocimiento a sus virtudes heroicas sigue caminos individuales, pero el camino a su posible beatificación, ha querido la Providencia que se de el mismo día.

Francisco y Conchita Barrecheguren están enterrados en el Santuario de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, en Granado. Vivieron como una familia normal en el centro de esa misma ciudad, pero según el padre redentorista Francisco Tejerizo, "eran conocidos por la vida cristiana que tenían. Conchita dicen,por ejemplo, que llamaba la atención el rato que pasaba en acción de gracias después de comulgar. Era una joven normal pero que también tenía presencia en la vida de la Iglesia. Participaba en las Hijas de María, en su cofradía, en los Jueves Eucarísticos, en la Adoración diurna y en la nocturna, en las Marías de los Sagrarios -visitando al Señor en diferentes pueblos de la diócesis- y participaba en el ropero de Santa Rita haciendo ropa para los pobres".

Francisco por su parte acompañó en esta vida a su hija, y tuvo que ver cómo se le iba antes de tiempo y se quedó viudo algo más tarde. Francisco trabaja en una industria textil y la gente se empieza a fijar en ellos, porque cada tarde visitan al Santísimo Sacramento y a la Virgen de las Angustias. El padre Tejerizo, vicepostulador de la causa, relata: "Él mismo escribe: 'se dice por ahí que yo fui el educador de Conchita, pero en realidad fue ella la que tiró de mí'. Fue casi una profecía de lo que está ocurriendo ahora. Incluso cuando él decide ser Misionero Redentorista -una vez viudo- él escribe: 'si los redentoristas han acompañado a mi hija, es lógico que yo también sea hijo de san Alfonso'.

La noticia de que ambos inician el mismo día su proceso de Beatificación ha sorprendido a muchos, pero sus procesos son distintos: "Son dos causas. Conchita muere en el año 1927 y su causa comienza en 1938. En cambio Francisco muere en 1957 y su causa se introduce en Granada en 1993. Es una cosa curiosa porque las personas que acudían a Conchita decían: 'si la hija es santa, más santo es el padre'. Y se inició la causa de su padre también".

Una vida de 'santo de al lado'

La joven, débil de salud -por ello no consigue ingresar como religiosa- contrae una tuberculosis que en aquella época era prácticamente incurable. "A Conchita le dicen: 'Estamos rezando para que te cures', y ella termina esa conversación diciendo: 'Ya no, al cielo'. Estaba madura y preparada. Son muchos los enfermos que acuden a Conchita y no se ven las cosas igual cuando uno tiene salud, que cuando está enfermo. Los enfermos se identifican con el modo en el que hizo frente Conchita a esta enfermedad. Ella escribe: 'Estoy en la edad en que Dios da las vocaciones y la mía es estar enferma'".

Francisco, por su parte, "era frecuente en el Santuario de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Cuando Conchita necesita un director espiritual, es él el que le acompaña a los redentoristas. Su vocación se decanta cuando queda viudo, ve lo que pasa en trono a su hija y se pregunta: '¿Qué quiere Dios de mí?' El cardenal Segura le dice que no sería descartable que Dios le esté proponiendo este modo de acabar la vida. Su intención era ser misionero, estar en una comunidad religiosa y hacer penitencia por sus pecados. Huir del mundo para que la fama de su hija no le distraiga de lo esencial".

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