Había madres que cuando uno de sus hijos cogía el sarampión o la varicela, metia en la cama con él a los hermanos para que todos lo pasaran. Era la fórmula de algunas familias hasta mediados del siglo pasado para inmunizar a sus hijos y que de mayores no pasaran enfermedades que serían mucho más graves.

Con el acceso a las vacunas y la mejora de la conciencia sanitaria, el sarampión llegó a considerarse erradicado en muchas zonas. Pero ahora han saltado las alarmas. Médicos y expertos coinciden: se ha bajado la guardia y la tasa de vacunación en muchos paises europeos está por debajo del 95%, el porcentaje recomendado. Desde 2009, los casos aumentan progresivamente. Y esto ha ocurrido porque algunos padres creen que es una enfermedad leve y no siguen las pautas de vacunación. Y los movimientos antivacunas tienen una gran responsabilidad.

El doctor Amós García Rojas, presidente de la sociedad de vacunología,  explica a COPE que “los movimientos que ponen en cuestión desde trincheras de creencia que no de ciencia las bondades de las vacunas tienen su culpa en este proceso”. Se dirige a estos padres para decirles que "lo unico razonable y progre es permitir que el conocimiento ponga sobre la mesa lo que hay que hacer con nuestros hijos y evitar que enfermen y que sufran”. Y no es una enfermedad leve. El doctor Ruiz Contreras, de la Comisión asesora de vacunas de la Sociedad Española de Pediatría, insiste en que además de cursar con fiebre muy alta y sintomas muy incómodos “puede derivar en graves complicaciones como encefalits o neumonía y causar la muerte como ha ocurrido en esos 37 casos en Europa”.

En España está pautada la vacuna trivalente, que es la que incluye el sarampión, a los 12 meses y a los 3 años. Todos los niños deben ser vacunados y también los adultos que no lo estén o no hayan pasado esta enfermedad. En los cuatro primeros dias es cuando más se contagia. Si se le deja, el sarampión consigue avanzar rápido ya que el virus responsable de la enfermedad es muy contagioso, a través de un simple estornudo o tos, y se transmite con facilidad. Si un niño enfermo entra en una calse, se lo trasmitirá a todos sus compañeros. Sólo la vacuna lo evita.