El esplendor de Roma, bajo el cielo de Cartagena

Cuando el sol se despide y la brisa del Mediterráneo acaricia las calles de Cartagena, algo mágico sucede. Las piedras milenarias del Teatro Romano se iluminan con una luz distinta. Es entonces cuando la ciudad ofrece una de sus experiencias más especiales: visitas nocturnas y teatralizadas que conectan el presente con el pasado, en uno de los escenarios más emblemáticos de la antigua Carthago Nova.

Durante las noches de verano, el Teatro Romano no solo se recorre: se siente. Las visitas nocturnas, diseñadas para grupos reducidos, invitan a descubrir los secretos de la civilización romana de una forma íntima y envolvente. La actividad comienza en el museo anexo, donde un guía especializado acompaña a los visitantes en un viaje que va mucho más allá de los datos arqueológicos. Es una inmersión en el alma de una época que definió el mundo occidental.

La culminación llega en el propio graderío, cuando el monumento se revela majestuoso, bañado por la luz de la luna. El silencio, la arquitectura, el ambiente… todo se alinea para ofrecer una experiencia difícil de olvidar.

para todos los gustos

Pero hay más. Algunas noches, el propio Vitruvio —o al menos su espíritu dramatizado— guía la visita en la propuesta teatralizada Aulaeum, abajo el telón. Una combinación brillante de historia y comedia en la que también se cuela Plauto, trayendo de vuelta el humor y la vida del teatro clásico.

Este formato convierte la visita en un espectáculo total: los visitantes no solo observan el pasado, sino que interactúan con él. Ríen, aprenden, se sorprenden… y comprenden que el teatro romano no era solo piedra, sino emoción colectiva.

Durante los fines de semana de verano, también hay actividades para familias y pequeños exploradores. Desde Un teatro de fábula, donde los niños descubren cómo se escribían y representaban las comedias antiguas, hasta La máquina del tiempo, una visita con realidad virtual que permite ver el teatro tal como fue en el siglo I.

Con esta oferta variada, el Museo del Teatro Romano y Cartagena Puerto de Culturas convierten el patrimonio en algo vivo, accesible y lleno de posibilidades para todas las edades.