La consigna del Gobierno vasco es la de mantener la "precaución extrema" porque aunque bajan los contagios a niveles previos a la Navidad, cuando se relajaron las medidas, esta tercera ola de covid deja casos más graves que la anterior y una situación más complicada en las UCIS, donde uno de cada cinco ingresados por coronavirus no sobrevive. Así justifican fuentes de Lehendakaritza los pocos cambios que se esperan en la reunión del viernes día 5 del consejo asesor del LABI.

Parece claro que el perímetro de Euskadi seguirá cerrado, después de advertir respecto a Semana Santa la consejera de Salud, Gotzone Sagardui, que no habría que relajar la movilidad durante marzo y abril. Pero sí se podría poner fin al confinamiento municipal para pasar al territorial, lo que daría algo de oxígeno al sector servicios al permitir desplazamientos y consumo dentro de cada provincia. Ese sería casi el único cambio posible en el LABI tras el cual es probable que comparezca el lehendakari, Iñigo Urkullu, al cumplirse un año de pandemia.

Rigor hasta verano

A ese pequeño retoque ha aludido sin citarlo el portavpz del Gobierno vasco, Bingen Zupiria. "Mas allá de alguna movilidad un poco mayor hay que ser conscientes de que quedan tres o cuatro meses en los que hay que cumplir con rigor las limitaciones que siempre ha habido para llegar a los niveles de junio o a cero", ha afirmado.

Zupiria ha pedido a la ciudadanía responsabilidad para cumplir "con rigor" las que se establezcan. Y ha señalado que las prioridades del Gobierno Vasco siempre han sido contener la pandemia a la vez que se facilita en lo posible una cierta actividad socioecnómica y tener un curso escolar presencial.

El portavoz ha reiterado que el lehendakari, como en Navidades, sigue defendiendo un "acuerdo básico" entre el Gobierno central y todas las comunidades porque eso permitirá que las medidas que se adopten, en este caso sobre la movilidad en Semana Santa, sean "más llevaderas y efectivas".