Un menor con altas capacidades: “Yo no voy a usar esto para sacar sobresalientes”
El primer paso es tener claro que un niño o niña brillante no tiene altas capacidades, hay que saber diferenciar

Raimon Pelac, de la Asociación Navarra de Peditaría, explica las claves de las altas capacidades. Foto: EFE/David Arquimbau
Pamplona - Publicado el
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Altas capacidades en niños: inteligencia que a veces se confunde con problemas de conducta. El pediatra Raimon Pelac, de la Asociación Navarra de Pediatría, advierte de la necesidad de acompañar emocionalmente a niños y adolescentes con altas capacidades para evitar que su talento se convierta en una fuente de conflicto.
No todos los niños con altas capacidades encajan en el estereotipo del estudiante brillante y ejemplar. De hecho, muchos de ellos presentan dificultades en su desarrollo emocional y conductas que, sin el diagnóstico adecuado, pueden confundirse con trastornos como el TDAH o problemas de comportamiento.
Yo no voy a usar esto para sacar sobresalientes
Explica Raimon Pelac
Así lo explica Raimon Pelac, pediatra de la Asociación Navarra de Pediatría, en una entrevista en la Cadena COPE. Pelac describe cómo estos menores “procesan la información de forma más rápida y profunda”, pero al mismo tiempo pueden mostrar una menor capacidad para gestionar sus emociones, lo que les lleva a sentirse incomprendidos, aislados o incluso marginados. De superdotados a "niños con cerebro en árbol"
El especialista se refiere al concepto de “cerebro en árbol” para describir la forma en que estos niños interconectan ideas con mayor complejidad. “Captan más, pero también les cuesta más gestionar todo eso”, señala. Esa sobrecarga puede traducirse en frustración, aburrimiento en clase o reacciones disruptivas hacia sus compañeros y profesores.
Pelac distingue claramente entre niños con altas capacidades y aquellos simplemente brillantes en determinadas materias. “Un niño brillante puede destacar en matemáticas, pero no en lengua. El de altas capacidades lo es en su conjunto intelectual”, aclara. Además, advierte que incluso entre estos niños pueden coexistir dificultades como dislexia o discalculia.

Una profesora da clases a alumnos de Primaria
Inteligencia intelectual vs. inteligencia emocional
Uno de los errores más comunes, según el pediatra, es confundir inteligencia intelectual con inteligencia emocional. “Puedes tener un cociente intelectual muy alto y, sin embargo, tener dificultades para relacionarte, para manejar la frustración o para adaptarte al entorno escolar”, afirma.
Pelac recuerda el caso de un adolescente con altas capacidades que sorprendió al decir: “Yo no voy a usar esto para sacar sobresalientes”. Su prioridad no era la excelencia académica, sino entenderse a sí mismo y gestionar su entorno.
La falta de protocolos agrava el problema
Frente a los esfuerzos realizados para diagnosticar y tratar el TDAH, Pelac denuncia que no existen protocolos específicos en el sistema educativo ni en el sanitario para atender a los niños con altas capacidades. “Parece que como se les da bien el colegio, no necesitan ayuda. Pero la necesitan, sobre todo a nivel emocional y social”, afirma.

Mochilas de niños colgadas en un aula de guardería
El acompañamiento, dice, debe ser integral, desde la familia hasta el entorno escolar. “Los padres son quienes mejor conocen a sus hijos. Hablar con ellos desde pequeños, poner límites con cariño y estar atentos a sus emociones es clave”, recomienda.
La adolescencia: etapa clave y de alto riesgo
El pediatra insiste en que el desarrollo emocional de estos menores no va a la par de su capacidad intelectual. La corteza prefrontal —zona del cerebro que regula el comportamiento— no madura completamente hasta los 21 años, lo que convierte a la adolescencia en una etapa especialmente sensible.
“Si no se ha hecho un acompañamiento desde la infancia, la adolescencia puede ser explosiva”, advierte. Las respuestas agresivas, los problemas de disciplina o la desconexión escolar pueden intensificarse si no se han puesto antes unas bases sólidas.

Un aula de un colegio
¿Es buena idea que salten cursos?
Sobre una de las medidas más habituales en el pasado —el salto de curso—, Pelac es cauto. “Puede ser útil en algunos casos, pero no es lo mismo un salto en primaria que en bachillerato. No se trata solo de conocimientos, también de madurez”, explica.
Advierte de que no todos los niños con altas capacidades están preparados emocionalmente para convivir con compañeros mayores. “No es bueno llegar a la universidad con 15 años si no tienes la madurez necesaria para afrontarlo”, subraya.
Cada menor, un caso distinto
Uno de los mensajes clave que deja el pediatra es que no hay un perfil único de niño con altas capacidades. “Hay tantos tipos como niños hay. Algunos son más tranquilos, otros más activos. Unos canalizan su energía a través del deporte, otros mediante la música o la lectura. Lo importante es ayudarles a conocerse y canalizar su potencial”, insiste.
Para lograrlo, la implicación de padres, educadores, pediatras y profesionales de la salud mental es fundamental. Solo así se puede evitar que la inteligencia, en lugar de ser una fortaleza, se convierta en un problema.