La otra guerra que empieza ahora: las secuelas psicológicas de un conflicto

El fin de las hostilidades no trae la paz, sino el comienzo de una guerra personal marcada por el trauma y el duelo para los supervivientes

Fermín Astráin

Pamplona - Publicado el

2 min lectura

El cese de las hostilidades en conflictos como el de Gaza o Ucrania no supone el final del sufrimiento para miles de personas. Según explica el psicólogo y director técnico del Teléfono de la Esperanza, Alfonso Echávarri, gran parte de la población que sobrevive a una guerra desarrollará trastornos psicológicos derivados del trauma vivido, una situación que marca el inicio de una nueva batalla, esta vez personal.

Este trauma viene generado por una cadena de pérdidas que lo abarca todo: trabajo, círculos sociales, familia, seres queridos y la propia salud. Las peores consecuencias, como suele ocurrir, se ceban con los sectores más vulnerables, como la población infantil y la población mayor, pero el impacto se extiende a todos los supervivientes. El trauma psíquico nace de haber vivido posibilidades reales de muerte, desaparición, separación, desplazamientos forzosos, torturas o hambre.

Antes, durante y después de la guerra

El impacto psicológico de un conflicto bélico tiene un patrón temporal que comienza incluso antes de que estallen las hostilidades. La intuición de que la situación va a empeorar genera miedo, que a su vez provoca aislamiento, inhibe la comunicación y oculta pensamientos, llevando a la persona a un estado de apatía. También aparece la ansiedad al anticipar un futuro negativo, lo que deriva en somatizaciones, ira y desbordamiento emocional por la posible desintegración familiar.

Durante la guerra, el cerebro archiva el horror de los bombardeos, los disparos, los gritos y la sangre. Esto produce un déficit de procesamiento cognitivo, de atención y de concentración. Las experiencias traumáticas se agravan con la visión de muertos, mutilaciones y la destrucción total del entorno cotidiano.

El inicio de la guerra personal

Una vez finaliza el conflicto, aparecen con fuerza los trastornos depresivos, la ansiedad, la culpa y el duelo. Para Echávarri, en este punto es cuando realmente empieza la verdadera contienda para los afectados. "No sólo acaba la guerra, sino que quizá empieza la guerra ya más personal para muchas personas", advierte el psicólogo.

No sólo acaba la guerra, sino que quizá empieza la guerra ya más personal para muchas personas"

Alfonso Echávarri

Psicólogo y director técnico del Teléfono de la Esperanza

Muchas personas desarrollarán un trastorno de estrés postraumático (TEPT), que se manifiesta de varias formas. Entre ellas, la reexperimentación del impacto a través de sueños y obsesiones, la evitación de estímulos que recuerden el trauma y una sobreexcitación permanente o estado de alerta constante. A esto se le suma un posible embotamiento afectivo, trastornos de ansiedad generalizada o incluso trastornos psicóticos.

Esta gente va a necesitar muchísimo, muchísima ayuda"

Alfonso Echávarri

Psicólogo y director técnico del Teléfono de la Esperanza

Por todo ello, el psicólogo subraya que el trabajo más importante comienza precisamente cuando las armas callan. Echávarri insiste en que "esta gente va a necesitar muchísima ayuda". Hace un llamamiento a los gobiernos y administraciones para que no den por terminado el problema con el fin de la guerra, sino que asuman la responsabilidad de ofrecer el apoyo necesario para sanar las profundas heridas psicológicas de los supervivientes.

Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.