Cortes, el pueblo de Navarra que demuestra que su gente es su mayor tesoro

Con 3.148 habitantes, Cortes es mucho más que una localidad en la ribera navarra. Es un pueblo que presume de ser "el mejor de todos", en palabras de su alcaldesa, Conchi Ausejo, quien destaca el carácter de su gente: "muy amable, muy cariñosa, y muy responsable además, y muy colaboradora". Este dinamismo social se ha convertido en el auténtico motor de una vida cultural efervescente, donde el voluntariado y la implicación vecinal son la clave.

Un pueblo orgulloso de lo suyo

El emblema de Cortes es su castillo medieval de origen musulmán, una "joya" que se mantiene en pie gracias al esfuerzo de sus vecinos. Así lo subraya la teniente de alcalde y concejal de Cultura, Inma Ciriza: "Si está en pie, es gracias a los voluntarios". La fortaleza, que ofrece visitas guiadas los domingos, es el símbolo de un patrimonio rico y diverso que el pueblo lucha por conservar y poner en valor.

Si está en pie, es gracias a los voluntarios"

Este trabajo desinteresado es una constante. "Tenemos muchísimas asociaciones de voluntarios que trabajan en la sombra, y que gracias a ellos podemos hacer tantas cosas como se hacen", explica Ciriza, poniendo en valor el tejido asociativo que sustenta la actividad local.

Tradiciones que marcan el calendario

Junto al castillo, el calendario de Cortes está marcado por eventos que refuerzan su identidad. El Paloteado, que se celebra cada 29 de septiembre, es una de las tradiciones más arraigadas. Se trata de una representación satírica que repasa en verso los acontecimientos del año, una especie de "Facebook de antiguo", como lo describe Ana Sánchez, una de sus integrantes.

Otro de los grandes hitos es el Belén Viviente, una "puesta en escena muy fuerte" que, según explica Enma Baigorri, reúne a casi 200 figurantes y atrae a más de 4.000 visitantes en apenas unas horas cada 28 de diciembre. Este evento se ha consolidado como una de las citas ineludibles de la Navidad en la comarca.

El arte que nace del descarte

La creatividad de los cortesinos no se limita a las tradiciones. La localidad cuenta con cuatro museos particulares de una originalidad sorprendente. Uno de los más llamativos es el de Inés Littago, que atesora una colección de más de 1.200 huevos de avestruz, la mayoría pintados a mano por ella misma.

Para lo que otros son basura, para nosotros son tesoros"

A esta oferta se suma 'El Baúl de los Recuerdos' de Salvador Ibáñez, una recreación del pueblo en los años 50 y 60. También destacan las galerías de los artistas Pedro Mari Monasterio y Carlos Sebastián, quienes demuestran que el arte puede nacer de cualquier parte. Ambos trabajan con materiales reciclados y chatarra para crear esculturas, dando una nueva vida a lo que otros descartan.

Cortes se presenta como un lugar con una "calidad de vida bastante buena", según su alcaldesa. El pueblo ofrece una completa oferta de servicios con instalaciones deportivas y un instituto comarcal. Rebeca Madurga, una nueva vecina llegada desde Pamplona, valora muy positivamente la "educación más cercana" y la comunidad que ha encontrado para sus hijos: "He acertado con la decisión", afirma.

Su situación estratégica, un polígono industrial con empresas potentes como la congeladora de Virto o una nueva fábrica de reciclaje de palas de aerogeneradores, sustentan su economía. Sin embargo, el gran desafío para el futuro es el agua. Ausejo califica de "vital" la llegada del Canal de Navarra para garantizar el agua de boca y critica los retrasos del proyecto.

La alcaldesa es clara sobre su principal preocupación: "El agua. Aparte de que tenemos un problema del agua de boca bastante importante, no por la calidad [...] sino por los costos de sacar ese agua buena". Mientras tanto, el Ayuntamiento afronta inversiones como una tercera línea en la potabilizadora o un nuevo tubo de conexión de Fustiñana-Ribaforada con Cortes, una obra de dos millones de euros.