La ves a diario y no conoces su nombre: ¿Quién es la mujer de la Estatua de los Fueros?
El profesor de Historia, Pedro del Guayo, nos ayuda a desvelar la identidad de la persona que sujeta la ley foral en el Paseo de Sarasate de Pamplona

Rosa Oteiza encarna la figura femenina de la Estatua de los Fueros
Pamplona - Publicado el
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¿Quién es la misteriosa mujer que sujeta las leyes forales con su mano izquierda en el monumento que preside el Paseo de Sarasate de la capital? ¿Cuál fue su vínculo con el autor del monumento? ¿Era una persona conocida en la Pamplona de la época? Pedro del Guayo, profesor de Historia, nos desvela el misterio.
Rosa Estefanía Oteiza nació en la calle san Antón de Pamplona el 13 de agosto de 1883. Sus padres eran Miguel Oteiza y Francisca Armona, naturales de Allo y Urroz respectivamente. Ambos tenían un origen humilde y residían en la capital al ejercer él allí la carpintería. Tuvieron siete hijos, siendo Rosa la segunda.
Pero a los tres días de nacer la última, Miguel falleció de ataxia cerebral, dejando a su esposa al frente de una numerosa prole y una no menos cantidad de preocupaciones. Por suerte encontró trabajo como portera en las escuelas de la calle Compañía (actual escuela de Idiomas)
Los años pasaron y llegado el fin de siglo se sucede la Gamazada, la cual dejó una profunda huella en la sociedad navarra, quedando ésta deseosa de conmemorar la movilización popular con un monumento a la altura de la misma.
El proyecto lo diseñó el arquitecto pamplonés Manuel Martínez de Ubago, iniciándose las obras a finales de 1895. Conforme avanzaba se vio en la obligación de modificar el proyecto original, sobre todo en su parte superior, donde había planeado coronar el monumento con un grupo escultórico de dos guerreros, en el que uno era un joven y el otro un anciano que era protegido por el primero. Finalmente se decidió culminar la obra con una figura femenina.
Fue entonces cuando se conocieron el hermano de Manuel, José Martínez de Ubago (también arquitecto) y Rosa Oteiza. Según el historiador pamplonés, Fernando Pérez Ollo, fue en 1901 cuando esta posó a los dieciocho años para José, quien se encargó del diseño de la estatua de bronce y terminaron manteniendo una relación sentimental.
Una biznieta de Rosa, María Jesús Fernández Martínez de Ubago (conocida como Lara Ubago), cuenta que en 1903, antes de cumplir los veinte, su bisabuela ya había tenido tres hijos con José fuera del matrimonio, a los cuales el padre dio sus dos apellidos, dejando así a un lado el de la madre y silenciando el escándalo que podía traer el reconocer esa relación amorosa, e incluso terminó separarlos de Rosa para llevárselos con él a San Sebastián. Jamás contrajeron matrimonio y ella llevó una vida dura, al estilo de la mayoría de aquellos pamploneses de antaño, quedando como una mujer sufrida y una superviviente nata. Dicen que el monumento nunca se ha inaugurado por esa relación extramatrimonial, para evitar que las normas navarras estén representadas en una joven que no se avino a las morales.
El 7 de abril de ese mismo año la estatua de bronce fue colocada en el pedestal donde hoy sigue presidiendo el lugar. La imagen mide cinco metros y medio y contando su base alcanza una altura de treinta y cuatro con cuarenta metros. Le acompañan cinco estatuas marmóreas personificando a la Autonomía, la Historia, la Paz, el Trabajo y la Justicia. Se tuvieron en cuenta espacios relevantes de la geografía foral, pues sujetan al conjunto cinco columnas en honor a las cinco merindades y el corte de la peana recuerda a la cripta de Leire, espacio simbólico en la formación del reino de Navarra. Desde allí arriba el rostro de Rosa Oteiza sigue contemplando el ir y venir de la ciudad que le vio nacer y morir.