Hablamos muchas veces, más de las que quisiéramos, de casos de violencia de género. Pero, detrás de un proceso puntual, hay un universo familiar del que la denuncia es solo una parte: investigación, declaraciones en el juzgado, régimen de separaciones... cuestiones que, si ya son duras para los mayores, imagínate para los niños que se ven en el medio de una situación que no entienden y que padecen.

Ante esta situación, una pregunta: ¿cómo ayudar a los niños a sobrellevar todo este mal trago? ¿cómo llegar a ellos? Y aquí surge una idea, un proyecto, que implica a perros de terapia.

El proyecto surge de la Fundación María José Jove y APICO, la asociación pola Igualdade e a Cooeducación. Perros de terapia acompañarán a menores en una experiencia piloto que se pone en marcha este mes en la jurisdicción de Betanzos. La clave es 'empoderar' a los niños, aumentar su confianza y reducir el estrés y los traumas que provocan estos procesos, mediante el vínculo que establecen con un perro que será su amigo y que, a diferencia de los humanos, no les va a juzgar.

Tres perros terapeutas

Y aquí entran en acción Bosco, Venus y Pot, que hoy han sido unos invitados más en la presentación de esta iniciativa. Son perros 'profesionales', criados desde cachorros para ayudar a los demás. El niño acaba decantándose por el que mejor se adapta a su carácter.

Bosco tiene dos años y medio. Es un braco marrón, grande, muy tranquilo. Fue recogido de la calle con nueve meses. Venus es la más experimentada. Tiene seis años. Es un perro de aguas, blanco, y, en cuanto puede, pide cariño. Dicen que se lleva muy bien con niños con trastorno del espectro autista.

Pot lleva menos tiempo. Tiene año y medio y el adiestrador está más pendiente de él. Es igual de bueno que el resto y lo vemos ladear la cabeza. Nos cuentan que este perro de aguas gris no ve de un ojo, y tiene problemas de equilibrio. Pot es también un ejemplo de que la disapacidad no supone ninguna limitación, y de cómo adaptarse (a través del olfato, de las indicaciones...) y superar las frustraciones.

Los tres han trabajado ya en hospitales, centros penitenciarios, mayores, personas con diversidad funcional y ya tienen experiencia en trabajar con menores víctimas de violencia machista, a través de la empresa coruñesa Candamin, especializada en terapia y educación asistida con animales.

Experiencia pionera

La experiencia piloto es pionera en España. Hasta ahora ha habido acciones de acompañamiento a menores víctimas de violencia de género en Madrid y Barcelona, pero nunca con un programa paralelo de terapia asistida con animales. Y es que, además de entrar en las salas de vistas con los perros, los niños tendrán una sesión de una hora, con los canes, durante cinco meses.

Cada año, el juzgado de Betanzos atiende unos 160 casos de violencia machista. De aquí a final de 2019, algunos serán un poquito menos difíciles para los menores, gracias al vínculo que establezcan con Bosco, Venus y Pot.