La manzanilla cacereña de mesa: De subproducto a joya gastronómica
Agricultores cacereños se rebelan contra la industria y exigen el lugar que merece su aceituna milenaria

Luis Mariano Martín, presidente de ADISGATA
Mérida - Publicado el
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La Asociación de Agricultores de Manzanilla Cacereña (ASOMANCA), junto con representantes del Grupo de Acción Local ADISGATA, ha exigido el reconocimiento y promoción de la manzanilla cacereña de mesa, una variedad autóctona con cualidades excepcionales y arraigo milenario.
Los productores han trasladado a la Diputación de Cáceres su inquietud por la situación actual del sector: una joya agroalimentaria considerada injustamente como “subproducto” por la industria, pese a su calidad, historia y contribución al desarrollo rural.
“Cuando hubo una gran cosecha, se notó en los pueblos: se compraron casas, tractores, hubo bodas… porque hubo dinero”
Aceitunas Miroliva
“Ahora mismo la aceituna cacereña está considerada como un subproducto, pero cumple los requisitos más que de sobra para ser líder en el sector de la aceituna natural”, denunció Antonio Jiménez, de Aceitunas Miroliva.
Desde las zonas rurales del norte cacereño se defiende que la manzanilla cacereña no es solo una aceituna, es cultura, tradición y economía. Su cultivo impulsa la fijación de población en pueblos amenazados por la despoblación, genera riqueza local, y forma parte del patrimonio agrícola extremeño.
Un cultivo resiliente con historia milenaria
La manzanilla cacereña se caracteriza por su capacidad de adaptarse a terrenos pobres y ácidos, su facilidad de cuajado y una excelente proporción pulpa-hueso. Es ideal para aceituna de mesa, aunque también se usa en la producción de aceite. Sin embargo, su escaso rendimiento graso y su dedicación principalmente a la mesa, han relegado su valor comercial en los mercados dominados por el olivar intensivo.
“Es un cultivo milenario, que viene de los romanos, de los árabes… tenemos la obligación de continuar con nuestros olivares y con nuestra cultura”, defendió con firmeza Luis Mariano Martín, presidente de ADISGATA.
“Es un cultivo que no necesita riego, que ha sobrevivido siglos, y no podemos dejarlo desaparecer.”
ADISGATA
Los representantes rurales alertaron del peligro de que el cultivo superintensivo desplace al tradicional, poniendo en riesgo un ecosistema agrícola único, y pidieron apoyo institucional para posicionar la Manzanilla Cacereña como una marca diferenciada y competitiva.