Las medidas de contraespionaje que la Universidad implanta en los exámenes: “La trampa ya no cuela”
Pinganillos, móviles y nervios: así detecta la Universidad CEU Cardenal Herrera a los tramposos con tecnología de película

Uno de los pinganillos que se usan para los exámenes
Valencia - Publicado el
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Acaban de terminar los exámenes más temidos por miles de estudiantes en toda España: la EBAU. Un momento decisivo que marca el futuro académico de muchos jóvenes y que dispara los nervios y las ganas de sacar la mejor nota posible. Pero no solo ellos están en plena tensión: en las universidades, la recta final del curso también significa evaluaciones, correcciones y, para algunos, la tentación de buscar atajos para aprobar. Para anticiparse a esa posibilidad, la Universidad CEU Cardenal Herrera ha dado un paso contundente que no ha dejado indiferente a nadie: ha incorporado tecnología de última generación para evitar las trampas en los exámenes.
La medida ha sorprendido incluso a los estudiantes más veteranos, que no esperaban encontrarse con escáneres de radiofrecuencia, cámaras termográficas o sistemas capaces de detectar señales acústicas en plena aula. Así nos lo cuentan en Mediodía COPE Más Valencia: “En un contexto en el que la tecnología está cada vez más al alcance de todos, queríamos garantizar la honestidad del proceso de evaluación”, explica el vicerrector de Ordenación Académica y Digitalización del CEU, Juan Manuel Corpa.
Tecnología contra la tentación
La decisión no ha sido improvisada. Desde hace meses, la universidad estudia cómo garantizar que los exámenes reflejen el conocimiento real del alumnado. El equipo rectoral contactó con expertos en tecnología de seguridad, incluyendo a la Guardia Civil, la Policía Nacional y el Colegio Oficial de Detectives Privados de la Comunidad Valenciana. El objetivo: conocer qué herramientas estaban al alcance de los estudiantes para copiar… y cómo neutralizarlas.
“La disponibilidad de dispositivos como pinganillos, micrófonos o móviles con funciones ocultas es hoy altísima y a precios muy asequibles. La tentación existe, y como ocurre desde siempre con las chuletas tradicionales, debemos adaptarnos y ofrecer herramientas también a nuestros profesores”, subraya Corpa.
El resultado ha sido la adquisición de dispositivos de contraespionaje que se han implementado de forma progresiva durante el primer semestre del curso 2024-2025. Su principal función es detectar señales de móviles, ya que estos actúan como centro neurálgico de muchas trampas: reciben indicaciones del exterior y las transmiten al alumno a través de pinganillos casi invisibles.
El papel clave del profesorado
A pesar del avance tecnológico, el vicerrector aclara que el rol del docente sigue siendo esencial. “El comportamiento anómalo de un estudiante sigue siendo el mejor indicio de que algo no va bien. Los profesores siguen atentos, pero ahora cuentan con apoyo extra”. Porque, como recuerda Corpa, los alumnos que intentan copiar suelen mostrar nerviosismo, y ese gesto puede poner en alerta al profesorado.
La combinación de la vigilancia clásica con estas nuevas herramientas ha demostrado ser muy efectiva. “Durante las pruebas piloto vimos que muchos de los móviles detectados ni siquiera estaban en uso para copiar, sino que los alumnos simplemente los habían olvidado encendidos en bolsos o bolsillos. Aun así, eso también puede romper el ritmo de una prueba y debe evitarse”.
Cámaras que ven el calor de un móvil
Uno de los dispositivos que más ha llamado la atención ha sido la cámara termográfica. Este tipo de tecnología permite detectar aparatos electrónicos incluso cuando están apagados, gracias a la diferencia de temperatura con el cuerpo humano. “Cuando un alumno tiene un móvil en el bolsillo, por ejemplo, aparece un rectángulo más frío en la imagen térmica, lo que delata su presencia”, explica el vicerrector.
Junto a estas cámaras, se han incorporado escáneres que rastrean ondas electromagnéticas y detectores acústicos que pueden captar susurros o conversaciones. “Esta tecnología se utiliza incluso en ámbitos como la seguridad de partidos políticos. Es lo más avanzado que hay”, afirma Corpa.
Una sorpresa para los estudiantes
La puesta en marcha del sistema ha generado sorpresa entre los alumnos, incluso entre aquellos que nunca se habrían planteado hacer trampas. “Tuvimos que avisar con antelación de que, de forma aleatoria, podrían entrar técnicos a monitorizar las aulas durante los exámenes. Es necesario para evitar sobresaltos y más tensión añadida a la que ya supone la propia evaluación”.
Aun así, el mensaje ha calado. El alumnado ha comprendido que no se trata de una caza de brujas, sino de una apuesta por el rigor y la equidad. “Lo importante es que todos entiendan que no se trata solo de evitar el engaño, sino de poner en valor el esfuerzo y la preparación real”, insiste Corpa.
Más allá del examen: una lección educativa
El trasfondo de esta medida va más allá del control puntual. En el CEU se entiende esta apuesta como parte de una filosofía educativa más amplia: formar a los alumnos no solo en conocimientos, sino también en valores como la honestidad y la responsabilidad. “Vivimos en una cultura de la distracción, donde el móvil se ha convertido en una prolongación del cuerpo. Es necesario recordar que en un entorno académico hay momentos donde debe quedar a un lado”.
Y es que, según apunta el vicerrector, más del 90% de los estudiantes entra al aula con algún tipo de dispositivo electrónico. Aunque son herramientas útiles para el aprendizaje, también son una fuente constante de interrupciones. “En clase ves alumnos escribiendo mensajes, mirando el correo o sonriendo a la pantalla sin motivo. No es por lo que está pasando en el aula, desde luego”, comenta entre risas.
En el momento del examen, esas costumbres pueden volverse en contra. No solo por la posibilidad de cometer una infracción, sino porque simplemente llevar el móvil encima puede ser motivo de sospecha o interrupción.
Un mensaje claro: mejor estudiar que hacer trampas
Desde el CEU insisten en que esta iniciativa no pretende infundir miedo, sino crear una cultura de responsabilidad. “Las chuletas, cuando se hacían a mano, al menos servían para repasar. A veces el alumno que se las preparaba acababa memorizando sin querer. Pero estas tecnologías modernas eliminan ese proceso de estudio. No tienen ningún valor pedagógico”, apunta Corpa.
Por eso, el mensaje es claro: mejor preparar esquemas, resúmenes o mapas mentales, que recurrir a soluciones externas. Porque, más allá de aprobar un examen, lo importante es adquirir el conocimiento de verdad. Y en eso, el CEU ha querido dejar claro que no hay atajos.
“Velamos por la formación íntegra de nuestros alumnos. Queremos que salgan no solo con un título, sino con la ética profesional y personal que les hará destacar en el futuro”, concluye el vicerrector.
Con esta medida, la Universidad CEU Cardenal Herrera se convierte en una de las primeras instituciones académicas en España en implantar un sistema tan avanzado para blindar la limpieza de sus exámenes. Una apuesta valiente en tiempos de hiperconectividad, que busca recordar que el verdadero mérito sigue estando en el esfuerzo personal.