DIOCESIS
La Iglesia celebra hoy la fiesta de una santa que murió en Valencia contagiada de cólera por ayudar a enfermos
Santa María Micaela fundó la congregación de las adoratrices, que se dedica a ayudar a mujeres prostituidas

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Madrid - Publicado el - Actualizado
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La congregación religiosa de las Adoratrices, que atiende a mujeres y adolescentes que se encuentran en contextos y situaciones de vulnerabilidad y realiza acciones encaminadas a dignificar su vida frente a cualquier forma de violencia y explotación, conmemora hoy martes, en Valencia, la festividad de su fundadora, Santa María Micaela del Santísimo Sacramento, fallecida en 1865 al contagiarse precisamente en la capital valenciana cuando atendía a enfermos en una epidemia de cólera.
Así, hoy la “familia Adoratriz”, participará en una eucaristía las 18:30 horas en la capilla de su comunidad ubicada en la calle Hernán Cortés, donde reposan y son venerados los restos de la fundadora, conocida como ´Madre Sacramento'”.
De igual forma, con la misa de mañana las Adoratrices iniciarán un año conmemorativo con motivo del 165 aniversario de su carisma que bajo el lema “Mirar el origen para revitalizar el futuro” celebrarán del 15 de junio de este año al 15 de junio de 2022.
Las religiosas Adoratrices en Valencia, donde están asentadas desde 1858, cuentan con la comunidad ubicada en Hernán Cortés y desarrollan su acción apostólica a través de la Fundación de Solidaridad Amaranta, en varios proyectos de apoyo social a mujeres y adolescentes en contextos de prostitución y/o víctimas de trata con fines de explotación sexual. Cuentan con varios espacios para dar respuesta.
Santa María Micaela
Micaela Desmaisiéres y López de Dicastillo nació en Madrid en 1809. Tras una visita al Hospital madrileño de San Juan de Dios, en abril de 1845 construyó un colegio para ayudar a las mujeres que ejercían la prostitución, en Madrid y, en 1856, fundó una comunidad a la que llamó Adoratrices Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Caridad. Ese mismo año, redactó las constituciones, que serían aprobadas por la Santa Sede en 1861.
Tuvo gran amistad con la reina Isabel II, ejerció su apostolado en las cárceles y hospitales y, en 1865, se trasladó a Valencia al tener conocimiento de que se estaba propagando una epidemia de cólera, para ayudar a las religiosas y colegialas de la casa de las Adoratrices en la capital valenciana. Sin embargo, ella misma quedó contagiada y falleció en Valencia el 24 de agosto de 1865.
En 1925 el papa Pio XI la proclamó beata, y el mismo pontífice la canonizó el 4 de marzo de 1934.
La congregación de las Adoratrices está hoy presente en países de Iberoamérica, así como en Japón, India, Camboya, Vietnam y Filipinas; en Africa, en Marruecos, Togo y Cabo Verde además de otras comunidades religiosas en España, Portugal, Italia, Reino Unido y Francia.