Los fondeos descontrolados en la Marina Alta están dejando calvas en el fondo del mar

Cada verano, con la llegada de los primeros bañistas, se repite una escena habitual en muchas playas de la Marina Alta: acumulaciones marrones en la orilla que muchos vecinos y turistas consideran molestas. Pero lo que muchos perciben como “suciedad” es en realidad posidonia oceánica, una planta marina endémica del Mediterráneo que cumple un papel fundamental en la salud del ecosistema marino y en la protección natural del litoral.

COPE Dénia Marina Alta ha conversado con Marta Díaz Barrera, asesora de sostenibilidad marina en Puertos Deportivos y Clubes Náuticos y embajadora de la Economía Azul, quien ha desmontado algunos de los mitos más comunes en torno a esta especie protegida. "La posidonia tiene un poder mágico: captura CO₂ y lo convierte en oxígeno, lo que permite que podamos seguir respirando y viviendo", ha explicado.

Más allá del valor ambiental, la presencia de posidonia seca en la orilla actúa como una barrera física frente a la erosión. Según Díaz Barrera, cada kilómetro de playa limpia supone unos 500 metros cúbicos de material retirado, lo que acelera la desaparición de arena y expone la costa a los efectos del cambio climático. "Lo que parece seco y muerto contiene vida. Hay invertebrados, hay procesos ecológicos en marcha. Si lo retiramos sin criterio, rompemos el equilibrio del ecosistema", ha advertido en Herrera en COPE. 

Un ecosistema bajo amenaza

Díaz Barrera también ha hecho hincapié en los graves daños que sufren las praderas submarinas de posidonia por causas humanas. Se calcula que entre el 38 % y el 40 % de estas praderas se han perdido en el Mediterráneo debido a fondeos descontrolados, vertidos de aguas residuales y el uso intensivo de fertilizantes agrícolas.

"Uno de los grandes retos es formar a los navegantes sobre cómo largar el ancla correctamente", ha señalado. Muchas zonas de fondeo cuentan con sistemas de boyas codificadas por colores, pero la falta de claridad y formación genera confusión y daños directos. "Cuando no sabemos dónde fondear, creamos calvas en las praderas, alterando gravemente el ecosistema marino". 

Dénia como ejemplo de gestión responsable

En el caso de Dénia, Díaz  Barrera  ha confirmado que existen sistemas de boyas reguladas y etiquetadas para que cada embarcación sepa dónde puede amarrar sin dañar la posidonia. Una medida que busca compatibilizar la actividad náutica con la conservación del entorno marino.

¿Es compatible la actividad turística con los arribazones en las playas?

Según Díaz  Barrera, "no sólo sí que es compatible, sino que debería de serlo. Tenemos mucha sensibilización que hacer de cara a acercar la cultura del mar a la sociedad en general, explicando con ejemplos sencillos la importancia de protegerla y preservarla haciendo ver que la posidonia oceánica es una planta marina bioindicadora de la salud del agua". Lo ideal, según la experta "sería definir estrategias turísticas con un triple enfoque: el educativo, el regenerativo y el experiencial". 

Lejos de ser un residuo, esta planta submarina genera entre 4 y 20 litros de oxígeno por metro cuadrado, funciona como escudo natural frente a los temporales y es uno de los principales aliados en la lucha contra la regresión de la costa. Un cambio de mirada

Ante las críticas de quienes reclaman playas “limpias” sin restos de posidonia, la experta ha lanzado un mensaje claro: “No estamos hablando de abandono, sino de conciencia”. La gestión de esta planta debe hacerse con criterios técnicos y ambientales, no solo estéticos o turísticos.

"Debemos cambiar la percepción y entender que cuidar la posidonia es cuidar nuestras playas, nuestro mar y nuestro futuro", ha concluido.