¿Crees que recoger la caca de tu perro es suficiente? El pis también cuenta

Cada vez es más habitual la presencia de orina de perro en aceras, fachadas y mobiliario urbano. Aunque es una necesidad fisiológica, que realizan sobre todo los machos varias veces para marcar su territorio, su acumulación puede tener algunas consecuencias para el entorno, más allá de generar olores desagradables.

pastor alemán
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Mónica Álvarez

Mónica Álvarez

Madrid - Publicado el

3 min lectura

En los últimos años, la presencia de orina de perro en espacios públicos urbanos se ha convertido en una escena cada vez más habitual. Aceras, fachadas de edificios, farolas, bancos y otros elementos del mobiliario urbano muestran con frecuencia las marcas de este comportamiento animal, que aunque responde a una necesidad fisiológica, puede tener consecuencias negativas para el entorno si no se gestiona adecuadamente.  

Los perros, especialmente los machos, orinan varias veces durante sus paseos no solo para vaciar la vejiga, sino también como forma de marcar territorio. Este acto natural, sin embargo, se vuelve problemático cuando se repite en los mismos lugares y no se toman medidas para limpiar los residuos. La acumulación de orina genera olores desagradables, deteriora superficies y puede afectar la convivencia en los barrios.  

Móstoles ha sido el último municipio en unirse a la larga lista de localidades de la Comunidad de Madrid que, desde 2019, han puesto en marcha campañas de sensibilización dirigidas a los propietarios de mascotas. Estas iniciativas incluyen el reparto gratuito de envases para que los ciudadanos puedan limpiar la orina de sus perros durante los paseos, así como recomendaciones prácticas para hacerlo de forma segura y efectiva.  

El veterinario José Luis Blázquez, en declaraciones a Cope, advierte que no todo vale a la hora de limpiar. Explica que la orina de perro está compuesta principalmente por urea, una sustancia formada por dos moléculas de nitrógeno unidas, junto con otros desechos como grasas, proteínas y residuos filtrados por los riñones. “Todo lo que filtre el riñón pasa a través de los uréteres hacia la vejiga y de ahí al exterior”, señala. Esta composición hace que la orina no sea fácil de eliminar, y que requiera métodos adecuados para su limpieza.  

Uno de los errores más comunes entre los ciudadanos es el uso de lejía para intentar neutralizar el olor. Blázquez advierte que esta práctica no solo es ineficaz, sino que puede resultar peligrosa: “La lejía es más tóxica que la propia orina y puede ocasionar riesgos para los animales, los niños o cualquier persona que entre en contacto con ella”. El amoniaco, por su parte, tampoco es recomendable, ya que provoca el efecto contrario: atrae a los perros al mismo lugar, incentivando que vuelvan a orinar allí.  

La solución más sencilla y eficaz, según el veterinario, es el uso de agua. “El agua ayuda a diluir la orina, reduce la concentración de sustancias tóxicas y elimina el olor”, explica. Si se añade un poco de jabón líquido, como el que se utiliza en el lavavajillas, el efecto es aún mejor, ya que facilita la limpieza de los componentes grasos y proteicos presentes en la orina.  

Estas recomendaciones forman parte de una estrategia más amplia que busca fomentar la responsabilidad compartida entre los dueños de mascotas y las autoridades locales. La convivencia en las ciudades requiere respeto por los espacios comunes, y pequeñas acciones como llevar una botella de agua con jabón pueden marcar una gran diferencia en la calidad del entorno urbano.   Tener mascotas en la ciudad es compatible con mantener calles limpias y seguras para todos.  

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