El servicio de comedor escolar en Cataluña aprueba raspando, según un informe de Educo: nota media de 2,9 y críticas al gusto y las raciones
Una de las demandas más compartidas por los alumnos es que la comida se cocine en el mismo centro educativo

Pedro J. Ruíz Navarro
Barcelona - Publicado el
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El servicio de comedor escolar en Cataluña roza el suspenso, con una valoración media de 2,9 sobre 5, según un informe elaborado por la ONG Educo basado en una encuesta a 1.600 adolescentes de entre 12 y 16 años. Solo un 33,5% de los estudiantes considera que la comida es buena o muy buena, a pesar de que la mayoría la califica como saludable. Las principales quejas se centran en el sabor, la temperatura y las porciones insuficientes, mientras que aspectos como los castigos por no terminar el plato afectan al 57,9% de los encuestados. Educo reclama un servicio universal, educativo y gratuito, y urge al Govern a aplicar la resolución aprobada en el Parlament el 9 de octubre para garantizar su gratuidad en todas las etapas educativas a partir del próximo curso.
El informe, titulado Comer en la escuela: alimentación, educación y equidad, analiza la realidad de los comedores escolares en toda España, pero pone el foco en Cataluña, donde el servicio recibe una puntuación alarmantemente baja. "Es preocupante que, después de más de mil comidas durante la primaria, el comedor no reciba una valoración más positiva", advierte Guiomar Todó, directora general adjunta de Educo, quien destaca que existe "un amplio margen de mejora" en un espacio que es clave para la alimentación, la convivencia y el bienestar de los niños y adolescentes.
La encuesta, realizada a jóvenes de diversas comunidades autónomas, revela que en Cataluña el 84,9% de los adolescentes considera que la comida es saludable y el 79,9% la ve variada. Sin embargo, estas valoraciones positivas contrastan con la baja satisfacción general: solo un tercio la califica como buena o muy buena, mientras que un 35,2% la tacha de mala o muy mala, y un 31,3% la considera aceptable. Estas discrepancias subrayan un problema estructural en la calidad percibida del servicio, que va más allá de la nutrición y afecta al disfrute diario de los estudiantes.
Entre las críticas más recurrentes, el 42,2% de los encuestados en Cataluña apunta al mal gusto de la comida como el principal defecto. Le sigue la temperatura inadecuada, mencionada por el 37,2%, y las raciones insuficientes, que afectan al 28,8%. Una de las demandas más compartidas por los alumnos es que la comida se cocine en el mismo centro educativo, lo que podría mejorar tanto el sabor como la frescura, según reflejan las respuestas. Estas quejas no son aisladas: reflejan una insatisfacción acumulada que impacta en la motivación de los niños para comer en el comedor, un espacio donde pasan una parte significativa de su jornada escolar.
Malestar con las normas estrictas en el comedor
Más allá de la calidad alimentaria, el informe denuncia un clima de convivencia marcado por normas estrictas y castigos que generan malestar. El 57,9% de los estudiantes catalanes asegura que se queda sin patio si no termina el plato, una penalización que limita su tiempo de recreo y juego. Además, un 26,6% relata que debe comer rápidamente para cumplir con horarios rígidos. Solo un 4,3% afirma que en su comedor no existe ningún tipo de castigo por no seguir las normas. Estas prácticas, según Educo, convierten el comedor en un espacio de tensión en lugar de un lugar de aprendizaje social y emocional.
A pesar de estas sombras, hay aspectos que los adolescentes valoran positivamente. El 91% destaca la oportunidad de pasar tiempo con amigos y amigas durante la comida, lo que convierte el comedor en un pilar de la socialización escolar. En este sentido, los encuestados reclaman más tiempo de juego libre (57,9%) y la posibilidad de elegir con quién jugar (53,2%), abogando por un enfoque más flexible que fomente la autonomía y la diversión.
El rol de los monitores emerge como otro elemento clave, pero con potencial de mejora. El 50,2% de los chicos y chicas considera esencial la labor de los monitores para sentirse mejor en el comedor. Reconociendo la complejidad de gestionar comidas, convivencia y conflictos, los jóvenes piden un trato más cercano, basado en el respeto y el diálogo. "Los monitores son el puente entre el alumnado y el servicio, pero necesitan formación para manejar estas dinámicas de manera positiva", señala el informe, que insta a invertir en su capacitación para transformar el espacio en un entorno más inclusivo.
La encuesta también pone de manifiesto desigualdades profundas en el acceso al servicio. El 56,7% de los adolescentes conoce a niños que no pueden usar el comedor por motivos económicos, lo que agrava la brecha social en un sistema educativo que debería ser equitativo. Además, un 17,2% se siente solo o excluido en este espacio, una cifra que alerta sobre la necesidad de intervenciones para combatir el aislamiento. Otro dato revelador es que el 57,1% nunca ha sido consultado sobre el funcionamiento del comedor, aunque el 62,7% cree que los estudiantes deberían ser escuchados. Educo insiste en que la voz de la infancia debe ser central en las decisiones, pasando de un modelo donde el comedor es un servicio complementario a uno integral y participativo.
En respuesta a estos hallazgos, la ONG aboga por un "Espacio Comedor 5 Estrellas": un comedor saludable, sostenible, educativo y con una infraestructura adecuada. Para lograrlo, reclama que el Departamento de Educación integre el espacio comedor en el proyecto educativo de los centros, mejore la formación del personal, impulse indicadores para evaluar el cumplimiento de las normativas sobre alimentación saludable y convivencia, y refuerce la implantación de la figura COCOBE (Comisiones de Convivencia Escolar) considerando también las horas de comedor.