La realidad de las madres cuidadoras: "en Cataluña tenemos el milagro de la Moreneta"
Estas madres denuncian que, cuando sus hijos cumplen 18 años, las administraciones se olvidan de ellos y "automáticamente" les bajan el grado de dependencia

Patricia Giménez es madre de un niño con autismo severo. Denuncia la falta de apoyo y ayuda por parte de la administración
Barcelona - Publicado el
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En España, y cuando hablamos de menores dependientes, en casi un 70% de los casos, el cuidador es uno de los dos progenitores, aunque aquí existen diferencias. Las madres lo son en el 59,3% de los casos frente al 10,5% de los padres. Son datos de la Encuesta de Discapacidad, Autonomía personal y Situaciones de Dependencia del Instituto Nacional de Estadística.
Ellas también abandonan en mayor medida el mercado de trabajo precisamente por eso, por cuidar de un hijo o por otras razones familiares. Son mujeres que, además de madres, deben hacer de logopedas, fisioterapeutas o profesoras, por poner solo algunos ejemplos, pero no reciben compensación alguna a cambio. Y esto es lo que piden, más apoyo.
Dejan claro que cuidar es un trabajo, y, como tal, tiene que estar reconocido y regulado. Por este motivo, piden medidas que les permitan elegir si quieren trabajar fuera de casa, con permisos, flexibilidad, jubilación anticipada; o si se está en casa cuidando al familiar, un salario mínimo interprofesional y cotización a la Seguridad Social paro y otras medidas de reinserción laboral si el hijo muere.
El caso de patricia
Una de estas mujeres es Patricia, madre de Éric, de 14 años, que tiene autismo severo. Esto significa que dice muy pocas palabras y necesita apoyo para todas las actividades diarias. ¿Cómo es el día a día de esta madre? Ella dice que, desde que nació su hijo, se ha convertido en una “luchadora absoluta”, porque tiene que “pelear” con la administración por todo, “por la educación, por la vida social, por la salud, el tiempo libre, por el transporte”. Y esto, al final, acaba pasando factura, porque “te dejas el trabajo, la vida, la salud y tienes que renunciar a muchas cosas”.
Y eso que ella se considera privilegiada, porque puede trabajar, y sólo durante un tiempo pidió jornada reducida. Dice tener suerte porque su familia es un apoyo fundamental, y porque ahora puede, incluso, teletrabajar. Pero deja claro que “no todo tiene que ser cuestión de suerte”.
Por este motivo, defiende que las madres cuidadoras, para poder conciliar, deben tener más flexibilidad laboral, o tienen que poder cotizar “para que no sean aún más pobres cuando sean mayores”. También que sus hijos puedan acceder a actividades de ocio en igualdad de condiciones, que no les cuesten más dinero que al resto.
Pero Patricia hace hincapié en el abandono absoluto que se encuentran, sobre todo cuando estos niños cumplen los 18 años. De forma irónica, ha dicho que, en Cataluña, “tenemos el milagro de la Moreneta”, y no es otra cosa que “cuando nuestros hijos cumplen 18 años, milagrosamente, se curan de lo que tienen, de lo que sea y se les baja el grado de dependencia automáticamente”.
Y las familias, entonces, “debemos denunciar a la administración, debemos gastarnos muchísimo dinero. Esto es un desgaste emocional. Y eso, las familias afortunadas que pueden hacerlo”, denuncia Patricia.