Cuando la noche llega antes: cómo adaptarse a los días más cortos

La reducción de horas de luz puede influir en el ánimo y la energía, pero hay hábitos que ayudan a mantener el equilibrio.

Cuando la noche llega antes: cómo adaptarse a los días más cortos

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Cuando la noche llega antes: cómo adaptarse a los días más cortos

Caterina Ruiz Ponce

Barcelona - Publicado el

3 min lectura

Con la llegada del otoño y, más tarde, del invierno, los días se acortan de forma progresiva. Las tardes luminosas dan paso a atardeceres tempranos, y este cambio tiene un impacto directo en el cuerpo y en la mente. La falta de luz natural altera los ritmos internos, influye en el descanso y puede incluso afectar al estado de ánimo. Conocer cómo gestionar esta transición es clave para mantener la vitalidad y el bienestar emocional. 

Por qué la falta de luz nos influye

El organismo humano está estrechamente vinculado a los ciclos de luz y oscuridad. Cuando disminuye la exposición solar, el cerebro produce más melatonina, la hormona que regula el sueño, lo que genera sensación de cansancio. Al mismo tiempo, se reduce la producción de serotonina, relacionada con el bienestar, y esto puede provocar apatía o bajones de ánimo. Se trata de un fenómeno común en los meses de menos horas de sol.

Síntomas más frecuentes

Muchas personas notan que, con los días más cortos:

  • Se sienten más cansadas o con sueño antes de lo habitual.
  • Les cuesta concentrarse.
  • Experimentan cierta tristeza o desmotivación.
  • Aumentan el consumo de hidratos de carbono o alimentos calóricos.
  • Aunque estas reacciones son normales, existen hábitos sencillos que ayudan a contrarrestarlas y a recuperar la energía.
  • Consejos para llevarlo mejor

  • Aprovechar la luz natural: salir a caminar o hacer actividad física al aire libre por la mañana ayuda a sincronizar el reloj interno.
  • Mantener rutinas estables: acostarse y levantarse a la misma hora reduce el desajuste.
  • Hacer ejercicio de forma regular: el movimiento no solo fortalece el cuerpo, también estimula la liberación de endorfinas, que elevan el ánimo.
  • Cuidar la alimentación: frutas y verduras de temporada, pescado azul y frutos secos aportan nutrientes esenciales para combatir la fatiga.
  • Reservar tiempo para actividades agradables: leer, escuchar música o dedicarse a aficiones personales favorece la estabilidad emocional.
  • El papel de la vitamina D

    La reducción de luz solar también puede implicar un menor aporte de vitamina D, clave para la salud ósea y el sistema inmunitario. Incluir alimentos que la contengan —como pescado azul, huevos o lácteos enriquecidos— ayuda a mantener niveles adecuados en los meses de menos sol.

    El hogar como refugio

    Cuando la oscuridad llega antes, el espacio doméstico cobra protagonismo. Cuidar la iluminación con luces cálidas, mantener una temperatura agradable y añadir detalles como aromas suaves o música relajante contribuye a transformar las tardes oscuras en momentos de confort.

    Aceptar el ciclo natural

    Más allá de las recomendaciones prácticas, resulta útil recordar que la reducción de luz es un proceso natural. Aceptarlo y adaptarse con serenidad facilita vivirlo con menos resistencia. El invierno invita al recogimiento, a la cocina casera y a momentos de calma, y asumirlo como parte del ciclo puede convertir esta etapa en una oportunidad para cuidarse de otra manera.

    Los días más cortos pueden condicionar la energía y el ánimo, pero también abren la puerta a nuevas rutinas y formas de bienestar. Con hábitos sencillos y una actitud positiva, la llegada temprana de la noche deja de ser un obstáculo para convertirse en un tiempo de renovación personal.

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