Cataluña al Límite? El Turismo Desafía la Convivencia en el 10% del Territorio
Cataluña ya supera las 776.000 plazas turísticas, casi un 10% de su población. Este crecimiento sin precedentes genera retos y oportunidades en todo el territorio catalán.
Turistas y bañistas tomando el sol y bañándose en la playa de Salou
Lleida - Publicado el
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Cataluña, tierra de contrastes, vive un momento de máxima ebullición turística. Con 776.176 plazas de alojamiento registradas según los datos del Departamento de Empresa consultados este junio, el país se consolida como uno de los destinos más atractivos del sur de Europa. Esta cifra, que representa casi uno de cada diez habitantes de Cataluña, donde viven poco más de 8 millones de personas, refleja una realidad compleja: el turismo, motor económico innegable, también plantea importantes desafíos para la convivencia y la gestión territorial.
El Registro de Turismo de Cataluña engloba una amplia gama de oferta: desde hoteles, que representan el 40% de las plazas, hasta campings, viviendas de uso turístico, alojamientos rurales y apartamentos. Esta diversidad se extiende por todo el territorio, con puntos calientes como Barcelona, que concentra más de 90.000 camas, o Salou, la segunda localidad con más oferta. Pero el dato más sorprendente es que, en hasta 90 municipios catalanes, el número de plazas turísticas supera el de residentes, una proporción que, en algunos casos, llega a multiplicar por seis a los censados. Este fenómeno, lejos de ser anecdótico, obliga a repensar las políticas de gestión turística y el impacto en la vida cotidiana de los ciudadanos.
Turistas paseando por el paseo de Salou
Camp de Tarragona: El Péndulo de la Temporada Alta
El Camp de Tarragona es un claro ejemplo de cómo el turismo reconfigura la realidad territorial. Aaron Gutiérrez, director del Departamento de Geografía de la Universitat Rovira i Virgili (URV), describe la región como un sistema "pendular". Durante el invierno, la vida sigue unas pautas marcadas por la población residente, pero en verano, con la llegada masiva de visitantes, los asentamientos urbanos se transforman radicalmente.
Este "efecto péndulo" se traduce en una demanda disparada de servicios. El consumo energético y de agua se dispara, la movilidad se convierte en un auténtico reto y la presión sobre la vivienda se hace insostenible en muchas localidades. Gutiérrez enfatiza la movilidad: municipios como Cambrils o Salou ven cómo la demanda de transporte público se multiplica por seis o incluso por ocho durante los meses de verano. Además de la movilidad de los turistas, hay que sumar la de los trabajadores de temporada, que también generan un importante flujo de tráfico.
Esta afluencia masiva de personas tensiona las infraestructuras existentes y obliga a los ayuntamientos a adaptar sus servicios, como la implementación de zonas azules de aparcamiento. Sin embargo, Gutiérrez destaca un aspecto "muy positivo" de este fenómeno: la alta demanda estival de transporte público hace viables las concesiones privadas durante todo el año, contribuyendo a la sostenibilidad de estos servicios esenciales.
En cuanto a la vivienda, la problemática es aún más acentuada. En localidades como Cambrils o Miami Platja (Mont-roig del Camp), donde prácticamente todos los censados cabrían en las plazas turísticas, las segundas residencias adquieren un papel relevante. Estas propiedades, utilizadas en periodos vacacionales o convertidas en residencia principal por jubilados, generan tanto beneficios económicos como costes asociados a la gestión. La proliferación de alojamientos turísticos sin licencia, a pesar de la falta de datos oficiales, se percibe a través de indicadores indirectos de movilidad.
Ante esta "población flotante" en aumento, el experto de la URV insiste en la necesidad de una respuesta ajustada y coordinada. Las tasas turísticas, tanto a nivel municipal como de la Generalitat, deberían revertir directamente en estos territorios para mitigar el impacto y maximizar los beneficios. Por ello, la inclusión del turismo en las políticas de movilidad, vivienda y planificación territorial se vuelve crucial.
Una calle de Barruera (Vall de Boi, Lleida) donde se anuncian alojamientos rurales.
Costa Brava y Pirineo: Diversidad de Impactos y Gestión
Más allá de la Costa Dorada, la Costa Brava emerge como otro polo de atracción turística con una oferta considerable. La mitad de los diez municipios catalanes con más plazas se encuentran en el litoral gerundense, con Lloret de Mar, Platja d'Aro, Torroella de Montgrí, Blanes y Tossa de Mar a la cabeza. El Baix Empordà, por ejemplo, se acerca a las 100.000 plazas, solo por detrás del Barcelonès. La tipología de alojamiento difiere aquí, con una clara preeminencia de los campings (62,3%) sobre las viviendas de uso turístico y los hoteles. Sant Pere Pescador, en el Alt Empordà, es un caso particular, con una oferta de plazas turísticas que multiplica por seis a su población residente.
A pesar de esta alta proporción, el alcalde de Sant Pere Pescador, Agustí Badosa, asegura que el municipio "no está tensionado". Destaca el funcionamiento "muy ordenado" de los campings, que se autogestionan, y las "sinergias" positivas con el comercio local. El perfil del turista, mayoritariamente familias de Alemania y Holanda que repiten visita, contribuye a una convivencia armónica. Àlex Trias, portavoz de la Asociación de Campings de Sant Pere Pescador, corrobora esta visión, subrayando los beneficios indirectos para negocios locales como el alquiler de bicicletas o kayaks. La preservación de los Aiguamolls de l'Empordà como parque natural, desde 1984, ha sido clave para evitar una masificación urbanística y mantener un modelo de turismo respetuoso con el entorno.
En el Pirineo, la situación, aun sin registrar tantos alojamientos en términos absolutos como la costa, es particularmente relevante en proporción a la población. El Pallars Sobirà y la Alta Ribagorça son las únicas comarcas de Cataluña con más plazas turísticas que habitantes. Municipios como la Vall de Boí o Espot casi duplican el número de camas para visitantes respecto a los residentes, impulsados por la proximidad a estaciones de esquí, el acceso al Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici y el románico Patrimonio de la Humanidad.
La alcaldesa de la Vall de Boí, Sònia Bruguera, ha puesto de manifiesto la magnitud del reto de la vivienda en la zona. Un censo reciente reveló que de las más de 2.000 viviendas en el municipio, solo el 24% son de primera residencia, mientras que el 66% son segundas residencias. Con más de 400 alojamientos de uso turístico, el ayuntamiento se propone reducir drásticamente esta cifra de cara a 2028. El objetivo es potenciar el alquiler de larga duración para ofrecer vivienda asequible durante todo el año.
En la Val d'Aran, el municipio de Naut Aran, con menos de 2.000 habitantes, tiene más de 1.300 licencias de pisos turísticos. Ante esta situación, la nueva regulación de la Generalitat que limita los permisos a un máximo de 10 pisos turísticos por cada 100 habitantes es bien recibida por el alcalde César Ruiz, quien confía en la claridad de la norma para gestionar el exceso de licencias. Además, se ha aprobado un plan para construir viviendas públicas en Baqueira, destinadas a temporeros y jóvenes, como respuesta a la falta de alojamiento que ha provocado la proliferación de autocaravanas, ya prohibidas por el consistorio.
Dos turistas alojadas en un camping
Más Allá de los Grandes Focos: El Reto Extendido
La realidad del impacto turístico se extiende más allá de los grandes centros. Castellar del Riu (Berguedà), por ejemplo, es la localidad con la proporción más alta de plazas turísticas respecto a los habitantes de toda Cataluña: sus 1.130 camas (casi todas de camping) multiplican por casi siete a sus 163 personas censadas. En la Cataluña central, el Berguedà concentra la mayor oferta, aunque a mucha distancia de Barcelona o las comarcas costeras.
El litoral central también experimenta un importante volumen de plazas, con el Maresme (quinto en plazas disponibles), el Garraf y el Baix Llobregat entre las comarcas con más oferta. Cerrando el "top 10" comarcal, el Baix Ebre concentra la mayoría de la oferta de las Terres de l'Ebre, con l'Ametlla de Mar y Arnes como ejemplos de localidades con más plazas turísticas que población.
En total, hasta 90 municipios catalanes presentan una oferta turística superior al número de residentes. Esta lista incluye localidades pirenaicas como Espot, Vilamòs o Prullans, donde las plazas duplican o incluso cuadruplican a los habitantes; poblaciones costeras como Pals, Santa Susanna o El Port de la Selva; y municipios de Ponent como Àger y Alòs de Balaguer. En el Camp de Tarragona, además de Salou, destacan Creixell y Prades. Curiosamente, en las comarcas del Penedès no hay ningún municipio en esta circunstancia, a pesar de que Sitges y El Vendrell tienen una oferta de camas notable.
Estos datos ponen de manifiesto la necesidad de una gestión inteligente y equilibrada del turismo en Cataluña. Encontrar el equilibrio entre el desarrollo económico y la sostenibilidad social y ambiental es el gran reto que afronta el país en los próximos años.