Marta (52) revela en COPE su aborto forzado con veinte años: "No me dieron más opción"
Con 20 años y coaccionada por su entorno familiar, fue empujada a una interrupción del embarazo que le generó un profundo trauma durante dos décadas

En aquel entonces, Marta trabajaba y estudiaba, y al quedarse embarazada de su novio, nunca se le pasó por la cabeza no seguir adelante, pero la falta de apoyo y la presión de su entorno la llevaron a una situación límite.
Barcelona - Publicado el
4 min lectura
Marta Cèrcol ha compartido su sobrecogedora historia personal en los micrófonos de Herrera en COPE Cataluña. Su testimonio relata cómo, con solo veinte años, en 1993, se vio obligada a abortar en contra de su voluntad, una decisión que marcó su vida con un profundo trauma durante las siguientes dos décadas. En aquel entonces, Marta trabajaba y estudiaba, y al quedarse embarazada de su novio, nunca se le pasó por la cabeza no seguir adelante, pero la falta de apoyo y la presión de su entorno la llevaron a una situación límite. El Proyecto Raquel acabó ayudándola, años después, a sanar las heridas.
La presión del estatus social
Marta ha explicado que el principal obstáculo no fueron sus circunstancias personales, sino el juicio social y, en particular, la reacción de la madre de su pareja. La mujer se opuso frontalmente al embarazo por miedo a que dañara el estatus y el apellido de su familia. "Tú no vas a manchar el nombre de mi familia", le espetó la madre de su novio, ejerciendo una fuerte coacción sobre la pareja. Este miedo al "qué dirán" se convirtió en una losa para la joven, que se sentía completamente sola.
Sobre aquel momento, Marta ha reflexionado acerca de la indefensión que sintió, asegurando que "una persona en estado de vulnerabilidad no es libre y no puede escoger". Se vio atrapada, ya que las dos únicas personas que conocían su situación, su novio y la madre de este, habían tomado una decisión por ella. "Yo confié en él, y él confió en su madre", ha lamentado, describiendo un colapso emocional que la dejó incapaz de reaccionar o de pedir ayuda a su propia familia.
Una persona en estado de vulnerabilidad no es libre"
Un proceso traumático y solitario
Empujada por su suegra, fue llevada a una clínica abortiva. En una primera visita, el psiquiatra que la atendió se percató de su estado y de que no deseaba abortar, por lo que se negó a firmar los papeles. "El psiquiatra dijo: 'estando así no se puede practicar un aborto porque tú no quieres'", recuerda Marta. Sin embargo, esta victoria fue efímera, ya que al salir se encontró de nuevo con la misma presión.
Una semana después, la volvieron a llevar a la clínica. Esta vez, Marta fue sometida a la intervención sin anestesia y plenamente consciente. Su descripción del momento es desgarradora: "notaba que me estaban arrancando la vida". Mientras le practicaban el aborto, suplicaba que pararan, pero ya era demasiado tarde. Esta experiencia, ha dicho, la ha acompañado durante toda su vida como una herida imborrable.
Notaba que me estaban arrancando la vida"
Tras el aborto, comenzó un largo y silencioso viacrucis que duró más de veinte años. Marta ha descrito cómo la sociedad te obliga a silenciar el dolor con un imperativo: "cállate y no des por saco". Sufrió lo que ella denomina un síndrome postaborto, con un trauma profundo, depresión e incluso intentos de suicidio, una "enfermedad mental y a veces también física" que, según denuncia, no interesa que se conozca. "Si supieras que después de un aborto te encontrarás peor, el negocio de las clínicas abortivas se acabaría", ha sentenciado.
Proyecto Raquel, la sanación tras 20 años
No fue hasta que tenía cuarenta años cuando, a través de una amiga, conoció el Proyecto Raquel. Esta iniciativa, vinculada a la Iglesia, ofrece ayuda psicológica y espiritual para sanar las heridas que deja un aborto, no solo en la madre, sino también en los familiares. "El aborto traspasa las tres dimensiones del ser humano: física, psicológica y espiritualmente", afirma Marta, y por ello defiende la necesidad de un abordaje integral que el sistema sanitario no siempre ofrece.
El proceso en el Proyecto Raquel fue transformador para ella. Implica reconocer lo que pasó, aceptar la existencia del bebé y, finalmente, un complicado camino de perdón en tres direcciones: perdonar a las personas que te empujaron a esa situación, perdonarte a ti misma y recibir el perdón. "Es muy difícil reconocer que fuiste cruel, pero realmente lo fuiste", ha confesado con dureza sobre la autocrítica que tuvo que afrontar.
Finalmente, Marta Cèrcol ha lanzado un mensaje a cualquier mujer que se encuentre en una situación similar. Le recomienda "hablar con la gente en la que más confía" y buscar ayuda en asociaciones y fundaciones que ofrecen alternativas. Ha subrayado que ninguna mujer debería tener que "escoger entre continuar con su embarazo y poder estudiar" o trabajar. "Se pueden hacer las dos cosas", ha concluido, defendiendo que existen recursos y apoyo para no tener que enfrentarse a una decisión tan traumática en soledad.
Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.