La ansiedad por el “cobro demasiado para lo que hago”: cuando tu salario se convierte en un peso invisible
Quienes conviven con esta ansiedad describen un desgaste constante. Hay noches en las que no pueden dormir pensando que en cualquier momento alguien va a cuestionar su sueldo.

Lejos de ser una anécdota, este malestar se parece mucho al síndrome del impostor.
Barcelona - Publicado el
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En un mundo donde la queja más repetida suele ser la de cobrar poco, hay un fenómeno silencioso que sorprende por ir en la dirección contraria: la ansiedad de quienes sienten que ganan más de lo que merecen. Para muchos puede sonar como un lujo, pero para quienes lo padecen, el pensamiento constante de “cobro demasiado para lo que hago” se convierte en una sombra que acompaña cada jornada laboral.
Lejos de ser una anécdota, este malestar se parece mucho al síndrome del impostor. La persona empieza a pensar que no está a la altura, que tarde o temprano será descubierta, y lo que debería ser una satisfacción se transforma en un peso emocional difícil de sobrellevar. “Parece un problema menor, pero no lo es. La culpa y el miedo acaban generando mucho sufrimiento”, explica María López, psicóloga especializada en entornos laborales.
“cobro demasiado para lo que hago” se convierte en una sombra que acompaña cada jornada laboral.
Consecuencias en la salud mental
Quienes conviven con esta ansiedad describen un desgaste constante. Hay noches en las que no pueden dormir pensando que en cualquier momento alguien va a cuestionar su sueldo, mañanas en las que llegan a la oficina con el temor de que su jefe descubra su supuesta “incompetencia” y momentos en los que sienten que están engañando a la empresa. Esa sensación de estar “robando” se mezcla con el estrés, con la inseguridad y con una autoestima que se erosiona poco a poco.
A largo plazo, el impacto en la salud mental es evidente: cansancio extremo, nerviosismo, insomnio e incluso episodios de depresión. No se trata solo de un conflicto con el dinero, sino de una herida profunda en la relación que cada persona tiene consigo misma y con su propio valor profesional.

“En vez de sentirse valorados, muchos convierten el salario en una condena”
“No me siento a la altura”
El caso de Jordi, ingeniero informático de 34 años, es un buen reflejo de esta realidad. Hace un año fue ascendido y su sueldo subió de manera considerable. Lo que en un principio celebró con entusiasmo, pronto se convirtió en un problema. “Me subieron el sueldo porque cerré un proyecto importante, pero desde entonces vivo con miedo. Cada vez que entrego algo pienso que no es suficiente, que en cualquier momento se darán cuenta de que me pagan de más. Es como si viviera en deuda con la empresa”.
Lo que debería ser un motivo de orgullo se transformó en un motivo de ansiedad. En lugar de disfrutar del reconocimiento, su día a día está marcado por la necesidad constante de demostrar que merece cada euro que cobra. “En vez de sentirse valorados, muchos convierten el salario en una condena”, apunta la psicóloga.
“Me subieron el sueldo porque cerré un proyecto importante, pero desde entonces vivo con miedo"
Ingeniero informático

Al saber lo que ganan amigos o compañeros, algunos trabajadores llegan a la conclusión de que lo suyo es una especie de privilegio inmerecido.
Un pensamiento culpable
La raíz de este sentimiento suele estar en la comparación con otros. Al saber lo que ganan amigos o compañeros, algunos trabajadores llegan a la conclusión de que lo suyo es una especie de privilegio inmerecido. También pesa la cultura del sacrificio, que todavía relaciona el salario con horas de esfuerzo físico o desgaste visible, más que con la responsabilidad o la capacidad de tomar decisiones. En empresas donde no hay transparencia sobre cómo se calculan los sueldos, la inseguridad aumenta: sin una explicación clara, es fácil creer que uno cobra de más.
Aceptar que el dinero no siempre se corresponde con el cansancio físico, sino con otros factores como la experiencia, la creatividad o la gestión de responsabilidades, es un cambio de mentalidad que no todos logran hacer de inmediato. “Muchas personas creen que mientras no lleguen a casa agotados no están justificando el sueldo, y esa es una idea que hace mucho daño”, explica López.
Cómo afrontar la ansiedad
Superar esta ansiedad pasa por un proceso de autoconocimiento. Reconocer la trayectoria personal, valorar los propios logros y aceptar que si una empresa paga cierta cantidad es porque lo considera justo son pasos esenciales para cambiar la narrativa interna. Hablar del tema también resulta liberador: compartir el malestar con un psicólogo o con alguien de confianza ayuda a reducir la culpa y a poner las cosas en perspectiva.
“Mi terapeuta me ha hecho entender que no estoy engañando a nadie."
Ingeniero informático
Jordi, que decidió buscar ayuda, asegura que ahora empieza a verlo de otro modo: “Mi terapeuta me ha hecho entender que no estoy engañando a nadie. Mi sueldo refleja también la responsabilidad que asumo, no solo las horas que paso frente al ordenador. Poco a poco voy dejando de sentirme en deuda”.
Un problema invisible
La sociedad suele fijarse en la precariedad, que es sin duda un problema mayoritario, pero eso no debería ocultar que la otra cara del salario también afecta a muchas personas. Sentirse sobrepagado no es un capricho, sino un peso silencioso que puede alterar la salud mental y la calidad de vida de quienes lo sufren.
Como concluye la psicóloga López, el reto está en cambiar la manera en la que entendemos el valor del trabajo. “Tenemos que dejar de medir el salario solo por el cansancio físico. El conocimiento, la experiencia y la capacidad de aportar soluciones también tienen un precio. Hasta que no lo interioricemos, habrá quienes sigan viviendo con culpa por cobrar lo que, en realidad, se han ganado con justicia”.