Los alimentos que te ayudan a pasar el invierno sin tantos resfriados: esto es lo que deberías tener siempre en la cocina
Cuando bajan las temperaturas, nuestro cuerpo necesita un empujón extra para mantenerse fuerte. No existen fórmulas mágicas, pero sí alimentos que pueden hacer mucho por nuestro sistema inmunitario en los meses fríos.
En invierno, la despensa se convierte en una aliada inesperada.
Barcelona - Publicado el
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Cuando las temperaturas bajan y la humedad se instala en la calle, nuestro cuerpo hace horas extra para mantenernos en forma. No hay milagros —si alguien los vende, desconfía—, pero sí hay una realidad incuestionable: lo que comemos puede ayudarnos a estar más fuertes cuando el frío aprieta. En invierno, la despensa se convierte en una aliada inesperada. Y sí, hay alimentos que, sin prometer imposibles, pueden echar una buena mano a nuestro sistema inmunitario para intentar evitar los temidos resfriados.
hay ingredientes que conviene tener cerca.
Un invierno que empieza en la cocina
La escena la conocemos todos: primeros fríos, bufanda al cuello, calefacción que va y viene… y de golpe, ese picorcito en la garganta que anuncia que algo se acerca. Ahí es cuando suele aparecer la reflexión de “igual tengo que cuidarme un poco más”. Y, aunque no existe un menú mágico que nos vuelva inmunes, sí hay ingredientes que conviene tener cerca.
El invierno invita a platos calientes, pero también a colores vivos en el plato. A veces pensamos que en esta época del año toca resignarse a comidas pesadas y sabores apagados, pero no es así. La naturaleza es sabia y sigue ofreciendo productos de temporada cargados de nutrientes que, literalmente, nos vienen al pelo.
Una de las claves está en mantener el cuerpo bien alimentado, hidratado y cargado de vitaminas. Y no hablamos solo de cítricos. Aunque las naranjas y mandarinas siguen siendo un clásico imprescindible, hay otros alimentos que pueden sorprender por lo mucho que suman en estos meses.
Una de las claves está en mantener el cuerpo bien alimentado, hidratado y cargado de vitaminas.
Frutas y verduras que hacen frente al frío
Durante el invierno, nuestro cuerpo agradece un extra de vitaminas y minerales. Y aquí entran en juego algunos viejos conocidos que, más que simples alimentos, son casi compañeros de batalla.
Las verduras de hoja verde, por ejemplo, tienen esa capacidad de dar energía sin casi darnos cuenta. No hace falta que te conviertas en un fan de las ensaladas heladas —que apetecen poco cuando fuera hace 5 grados—; basta con incorporarlas a cremas calientes, salteados rápidos o tortillas jugosas. Son un comodín perfecto.
Las frutas de invierno también tienen algo especial: son refrescantes sin ser frías. Es el caso de las granadas, que parecen joyas comestibles y aportan un impulso que se nota. O las manzanas, eternas y humildes, que combinan con casi todo y ayudan a que el cuerpo funcione como un reloj.
Y sí, volvemos a los cítricos, porque se lo tienen ganado. Mandarinas en el bolso, zumo recién exprimido por la mañana o unas rodajitas de naranja en la merienda: da igual cómo, pero mejor que estén presentes.
El abrazo caliente que lo cura casi todo
Caldos, sopas y guisos: el abrazo caliente que lo cura casi todo
Si hay un aroma que define el invierno, es ese olor a caldo casero que recorre la casa como si fuera un abrazo invisible. No solo reconforta; también hidrata, alimenta y ayuda a que todo el sistema inmunitario funcione con más alegría.
Los caldos vegetales o de pollo con verduras son una forma perfecta de concentrar nutrientes sin complicaciones. Y lo mejor es que admiten de todo: desde cebolla —otra gran amiga del invierno— hasta raíces que se ponen de moda cada año, como el jengibre o la cúrcuma, que aportan un toque cálido y aromático.
Lo mismo ocurre con los guisos lentos, esos de “chup chup” que perfuman la cocina durante horas. No hay invierno sin ellos, y no es casualidad: combinan proteínas, verduras y legumbres de una forma equilibrada que sienta de maravilla cuando el cuerpo está más vulnerable.
Un toque extra que marca la diferencia
Hay pequeños gestos que ayudan más de lo que parece. Añadir un poco de miel al yogur, por ejemplo, convierte un simple postre en una combinación que da vida. Incluir frutos secos en el desayuno aporta energía sostenida. Y no olvidemos el agua: en invierno nos cuesta beber, pero el cuerpo la sigue necesitando para funcionar bien.
El invierno puede ser duro, sí, pero también es una oportunidad para reconectar con la cocina casera y con alimentos que, más que ingredientes, son aliados. No evitarán todos los resfriados —ojalá—, pero sí ayudarán al cuerpo a estar más fuerte cuando el frío llama a la puerta. Y, al final, de eso va todo: de cuidarnos un poco mejor por dentro para disfrutar mucho más por fuera.