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La pandemia triplica el número de jóvenes que se incorporan a la Cruz Roja para hacer de voluntarios

Cerca de un millar de hombres y mujeres de menos de 25 años se añaden a la organización desde el mes de marzo.

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"El Covid nos ha unido como humanidad". Es el resumen que hace una voluntaria de la Cruz Roja a raíz de la entrada masiva de nuevos miembros a la organización desde que estalló la pandemia. Desde mediados de marzo y hasta principios de agosto, la llegada de voluntarios ha crecido casi un 280% en comparación a los mismos meses del año pasado. Una cifra que se dispara hasta un aumento del 365% en el caso de los menores de 25 años. Toda una hornada de gente joven que se han volcado a hacer tareas solidarias para suplir el vacío dejado por los voluntarios mayores, que han tenido que pasar a segundo plano para preservar su salud. "No podía estar sin hacer nada en un momento en que se necesitan muchas manos", explica Maria, de 16 años.

Según datos consultados por ACN, los últimos cinco meses se han añadido a la Cruz Roja casi 4.800 voluntarios, mientras que el año pasado fueron menos de 1.300 durante el mismo periodo. En el caso de los hombres y mujeres menores de 25 años, desde el estallido de la pandemia los nuevos miembros han sido más de 1.200, cifra que queda lejos de los cerca de 260 jóvenes que el año pasado se sumaron a la entidad. "La gente joven es muy solidaria, pese a menudo se dice que sólo hace botellón", destaca la presidenta de Cruz Roja en el Alt Penedès, Ángeles Matas, que asegura que con el inicio de la pandemia tuvo una respuesta masiva de hombres y mujeres para ser voluntarios. "Cuando hay un problema serio, la gente joven responde", celebra, recordando que el confinamiento dio la vuelta al funcionamiento de la Cruz Roja, ya que la entidad pidió a todos los voluntarios mayores de 60 años que se quedaran en casa . Una situación que dejarlos casi sin manos.

Matas apunta que, en el caso de la sede de Vilafranca del Penedès, hicieron un llamamiento a través de las redes sociales, a la que respondieron cerca de un centenar de jóvenes. Tras una formación telemática, rápidamente desplegaron por el territorio. Llevar comida y medicamentos a personas confinadas, atender ciudadanos sin hogar para trasladarlos al albergue municipal o hacer llamadas a la gente mayor que vive sola fueron las tareas principales.

Aparte de las tareas solidarias, Matas destaca que la llegada de gente joven en el equipo de voluntarios ha aportado "frescura, alegría, sonrisas y muchas ganas de dar una mano". "Sobre todo aportan miradas muy vivas", asegura. Lamenta, sin embargo, que el desconfinament ha hecho que buena parte de los jóvenes hayan enfriado el vínculo con la Cruz Roja "por falta de tiempo e incompatibilidad con los estudios".

"Ha sido muy enriquecedor", explica Alba, una joven vecina de las Cabañas. Ella se incorporó a la Cruz Roja a finales de marzo. Asegura que hacía tiempo que le rondaba la idea de hacer de voluntaria y en pandemia supuso el empujón definitivo. Durante el estado de alarma se dedicó a repartir alimentos a las familias con necesidades económicas, un trabajo que explica que le ha "abierto los ojos".

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