Sabemos que en los próximos años la incidencia del cáncer se va a incrementar exponencialmente. En 2030 uno de cada dos hombres y una de cada tres mujeres, habrán sufrido o estarán en proceso de superar un cáncer.

Las edades de mayor prevalencia serán las comprendidas entre los 55 y 60 años, una edad en la que deberíamos poder seguir trabajando. Sin embargo, el riesgo de desempleo es un 34% mayor para las personas que superan la enfermedad. La buena noticia es que la investigación permite curar o bien cronificar el cáncer al tiempo que aumenta la esperanza de vida.

Del mismo modo que el trabajador en tratamiento oncológico, se sume en la incertidumbre de un futuro laboral poco esperanzador, el empresario debe saber también cómo enfrentar la situación.

Por eso la Asociación Española contra el Cáncer en Salamanca, se centra en trabajar con los afectados, a los que asesora y orienta para que puedan reincorporarse al mercado laboral tras el tratamiento.

Alberto García es trabajador social en la Asociación Española Contar el Cáncer de Salamanca. Nos cuenta que una de las preocupaciones del enfermo, se da en el momento de comunicar en su centro de trabajo, que debe enfrentarse a la dura enfermedad.

La clave está en la readaptación

El propio paciente debe tomar conciencia de las limitaciones que pueden quedar durante, o después del tratamiento oncológico. "El cansancio o dolor crónico puede inhabilitar al afectado para desarrollar determinadas tareas, pero se puede adaptar a otro puesto". "Si la empresa considera que la productividad del trabajador ha mermado y decide recurrir al despido, podría ser improcedente".

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En definitiva "Hay mucho trabajo por hacer a nivel institucional, para favorecer unas condiciones laborales óptimas para los enfermos de cáncer", concluye García.