Las primeras escaleras mecánicas de acceso al Casco Histórico de Toledo, inauguradas hace casi veinte años (20-06-2000), han sido un éxito total desde el punto de vista funcional y de introducción de la arquitectura moderna en la capital castellano-manchega. Además, en esta infraestructura se introdujo un elemento como el hormigón visto en lugar del granito.

Este proyecto no fue una iniciativa aislada sino consecuencia del Plan Especial del Casco Histórico de Toledo (PECHT), que fue bastante novedoso en España porque afectaba no solo a la protección del patrimonio o a la rehabilitación de viviendas y monumentos sino que tenía como aspecto fundamental la movilidad de los peatones por la ciudad.

Los técnicos estudiaron dónde ubicar los aparcamientos disuasorios y cómo se tenía que evitar que cualquier persona intentara llegar con coche al centro de la capital porque se podía colapsar en cualquier momento.

El objetivo era habilitar remontes para que el peatón pudiera acceder al Casco Histórico sin tener que utilizar el vehículo y para ello se visitaron otros centros históricos y se comprobaron las ideas que habían puesto en marcha, por ejemplo Bérgamo y Perugia en Italia que eran ciudades similares a Toledo y tenían escaleras mecánicas o Lisboa, que en el barrio del Chiado disponía de un ascensor como luego han puesto en marcha otras muchas ciudades.

Sin embargo, una de las diferencias de Toledo respecto al proyecto de las ciudades italianas es que allí era una medida de tráfico, independiente de otras acciones de sus cascos históricos, mientras que en Toledo se integró en el PECHT.

A día de hoy, casi veinte años después, las primeras escaleras mecánicas de Toledo son todo un éxito. Una infraestructura utilizada a diario por vecinos y turistas en su devenir por la Ciudad Imperial.

Escucha en la parte superior de esta noticia la crónica de Cristóbal Cabezas.