El cántabro Saúl Blas crea un dispositivo que reduce hasta un 90% los desplazamientos técnicos y facilita la conciliación familiar
Tras años de desarrollo y pruebas, este emprendedor ha diseñado un sistema capaz de monitorizar y reparar infraestructuras informáticas de forma automática

Santander - Publicado el - Actualizado
3 min lectura
¿Y si una máquina pudiera hacer tu trabajo cuando no estás? Ese fue el punto de partida de Saúl Blas Pérez, un emprendedor cántabro que ha desarrollado un dispositivo capaz de supervisar y mantener infraestructuras informáticas —ordenadores, servidores, redes o cámaras de seguridad— de manera autónoma y sin intervención humana. Su invento ya está cambiando la forma de trabajar en el mantenimiento tecnológico, reduciendo hasta un 90% los desplazamientos y los tiempos de respuesta ante fallos.
En una entrevista en COPE Cantabria, Saúl explicaba que su pasión por la informática nació cuando apenas tenía ocho años, cuando sus padres le regalaron su primer ordenador. “En aquella época tenías que programar los juegos tú mismo”, recuerda entre risas. Desde entonces, la curiosidad por entender cómo funcionan las máquinas y la necesidad de resolver problemas lo acompañan cada día. Una idea que nació de una necesidad personal
Pero la historia de este proyecto va mucho más allá de la tecnología. El germen de su invento surgió en uno de los momentos más difíciles de su vida. “Tengo tres hijos y una de mis hijas atravesaba una situación muy complicada”, cuenta. “Necesitaba algo o alguien que pudiera sustituirme mientras yo estaba con ella, y de ahí nació la idea”.
Así comenzó un desarrollo de años, lleno de ensayos, errores y pruebas, hasta conseguir un sistema autónomo del tamaño de una cajetilla de tabaco, capaz de analizar toda la red informática de una empresa en tiempo real. Este pequeño dispositivo detecta fallos tanto de hardware como de software —desde una fuente de alimentación hasta una base de datos caída— y actúa por sí mismo: reinicia sistemas, restaura carpetas borradas e incluso repara servicios que se han detenido.
Todo, en cuestión de segundos
“El cliente no nota que ha pasado nada”, explica Saúl. “En 30 segundos o un minuto el problema está resuelto”.
Tecnología con alma
Aunque la complejidad técnica es enorme, Saúl lo cuenta con humildad. “El mayor reto no fue tecnológico, sino humano”, admite. “Cuando algo nace de una necesidad tan grande, los desafíos no los ves como retos, sino como objetivos que tienes que cumplir”.
El resultado ha sido una herramienta que no solo mejora la eficiencia empresarial, sino que permite a muchos profesionales ganar tiempo para su vida personal. En su propio caso, el impacto fue inmediato: “Las salidas a clientes se redujeron a cero. Ya no había llamadas de emergencia ni servidores caídos. Y yo pude dedicar más tiempo a mi hija”.
La anécdota que más le marcó fue la de un cliente que, tras un año sin necesitar asistencia, decidió apagar los servidores solo para comprobar si el dispositivo seguía funcionando. “Me llamó alarmado diciendo que no iba nada, y cuando llegué me confesó que los había apagado a propósito porque no se creía que en un año no hubiera tenido ni un problema”, recuerda sonriendo. Reconocimiento y futuro
El dispositivo ya ha sido reconocido a nivel nacional. Saúl participó en el C-Meet 2023, el Certamen Nacional de Emprendimiento e Innovación Tecnológica, donde consiguió el tercer puesto, un reconocimiento que confirma el valor de su propuesta.
Ahora, con el sistema plenamente operativo y probado con éxito en empresas reales, el siguiente paso es buscar un socio que permita fabricarlo en serie y ampliar su implantación. “Me gustaría encontrar a alguien que apueste por ello, porque los beneficios son enormes: a nivel personal, por la conciliación; y a nivel empresarial, por la eficiencia y el ahorro”.
Lo que empezó como una necesidad familiar se ha convertido en un avance que marca un antes y un después en el mantenimiento informático. Un ejemplo de cómo la innovación, cuando nace del corazón, puede mejorar la vida de muchos.
Como dice el propio Saúl, “la meta, en tecnología, está en la imaginación”. Y la suya, sin duda, ya ha dejado huella en Cantabria.